Aquel descansó en cuclillas observando el trermendo dilema en el que se encontraba, parél fue absolutamente sencillo el poder liberar a la joven prisionera, tan solo bastó con dar un toque con la palma a los tentáculos, un toque que cargaba con algo de energía mágica que irradiaba algo de calor, para secar dicho tentáculo.
La elfa alzó la cara ruborizada hacia el hombre, temblando un poco. No podía recibir la poción con sus manos, a menos que se le diera directamente a la boca. Aún así, su salud no era el mayor de sus preocupaciones. — ¿M-me ayudas a soltarme? — jadeó, con los brazos y el cuerpo restringido por los tentáculos.