Belphegore el principe infernal de la pereza...
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[code]Taciturno, el amanecer pulcro que se aproximaba a la Tierra abrazaba con fervor los suelos mortales, al horizonte, los apolos carmesíes inundaban con claridad cada recoveco, exterminado a su paso cualquier rastro de tenue oscuridad. La casas de madera que adornaban el prado se mantenían a la sombra del padre cielo, detallando sobre el césped el dibujo claro de sus opacas siluetas; el ritmo en la ciudad comenzaba a avivarse, miles de vendedores ambulantes remataban unos contra los otros por el pago diario que sustentaba a sus senos familiares.
El imponente y siempre fiero arconte de Escorpio se dispuso a abandonar la acrópolis sagrada que le servía de morada, ¿su fin?, satisfacer las necesidades básicas que su fisionomía le exigía; alimentación. Con un largo suspiro y desgane completo en su caminar, se dispuso a abandonar la arquitectura ornamentada de la ojos de lechuza, descendiendo uno a uno los peldaños que conectaban desde el octavo templo, hasta la salida gloriosa del Santuario. Sus vestimentas en aquella ocasión pasaban a ser completamente desapercibidas, pescador y playera de manta cubriendo su estructura, sandalias estilo gladiador, propias de su país natal y, sobre su cuello, una bufanda carmesí, tan larga como lo era el cuerpo del antiguo, ¿para qué demonios vestiría la armadura si su fin meramente era el de alimentarse con la exquisitez de la comida servida en Rodorio?, bufó.
El recodo que sus pies mantuvieron sigilosos tras adentrarse y abandonar cada casa antecesora a la suya, se volvió casi obsoleto al encontrar las mismas completamente vacías, ¿en dónde diablos se habían metido el resto de sus compañeros?, no le tomó mayor importancia, si a ellos no les molestaba dejar los templos vulnerables a cuestas de lo que podría pasar, ¿por qué él debía estresarse por ello?, no divagues, Kardia, pensó. Paso a paso, su primer objetivo había sido logrado, después de un lapso de tiempo no mayor a una hora, gracias a la ausencia del resto de los Santos, él atravesó el sendero de Atenea, estirando su cuerpo cada vez que podía hacerlo; el calor carcomía hasta la más pequeña célula de su ser, pero trató de ignorar el hecho recurrente que no dejaba de aquejarlo cada vez que se presentaba la oportunidad. [/code] [code]—¿Qué podré comer hoy, un muffin de yogurth con harina de almendras?, quizá brochetas de res. . .¡Por Zeus, no lo sé!—[/code] [code]Masculló para sí mismo, permitiendo que sus palabras se perdieran en la nada, su mente iba completamente concentrada en su alimentación, ¿el camino a su destino se vería irrumpido por algún acontecimiento inesperado y notoriamente fuera de su alcance?, la verdad es que en la vida de Kardia, todo podía pasar. [/code]
El imponente y siempre fiero arconte de Escorpio se dispuso a abandonar la acrópolis sagrada que le servía de morada, ¿su fin?, satisfacer las necesidades básicas que su fisionomía le exigía; alimentación. Con un largo suspiro y desgane completo en su caminar, se dispuso a abandonar la arquitectura ornamentada de la ojos de lechuza, descendiendo uno a uno los peldaños que conectaban desde el octavo templo, hasta la salida gloriosa del Santuario. Sus vestimentas en aquella ocasión pasaban a ser completamente desapercibidas, pescador y playera de manta cubriendo su estructura, sandalias estilo gladiador, propias de su país natal y, sobre su cuello, una bufanda carmesí, tan larga como lo era el cuerpo del antiguo, ¿para qué demonios vestiría la armadura si su fin meramente era el de alimentarse con la exquisitez de la comida servida en Rodorio?, bufó.
El recodo que sus pies mantuvieron sigilosos tras adentrarse y abandonar cada casa antecesora a la suya, se volvió casi obsoleto al encontrar las mismas completamente vacías, ¿en dónde diablos se habían metido el resto de sus compañeros?, no le tomó mayor importancia, si a ellos no les molestaba dejar los templos vulnerables a cuestas de lo que podría pasar, ¿por qué él debía estresarse por ello?, no divagues, Kardia, pensó. Paso a paso, su primer objetivo había sido logrado, después de un lapso de tiempo no mayor a una hora, gracias a la ausencia del resto de los Santos, él atravesó el sendero de Atenea, estirando su cuerpo cada vez que podía hacerlo; el calor carcomía hasta la más pequeña célula de su ser, pero trató de ignorar el hecho recurrente que no dejaba de aquejarlo cada vez que se presentaba la oportunidad. [/code] [code]—¿Qué podré comer hoy, un muffin de yogurth con harina de almendras?, quizá brochetas de res. . .¡Por Zeus, no lo sé!—[/code] [code]Masculló para sí mismo, permitiendo que sus palabras se perdieran en la nada, su mente iba completamente concentrada en su alimentación, ¿el camino a su destino se vería irrumpido por algún acontecimiento inesperado y notoriamente fuera de su alcance?, la verdad es que en la vida de Kardia, todo podía pasar. [/code]