El ángel caído la observó sin inmutarse. Un efecto natural, pensó, la reacción de su hermana pequeña. La dejó sacar la rabia y la frustración que oscurecían su corazón, y entonces se permitió acercarse. La tomó por los hombros, sin permitirle apartarse la acercó hacia sí, rodeándola con sus brazos. —¿De verdad crees eso, Azrael?— Susurró. —Él, omnipotente, omnipresente, eterno... nada le pasó. Nos abandonó. Ya se le ha hecho costumbre abandonar a sus hijos en la miseria.
Le miró llena de confusión por un momento, pronto sus pupilas se contrajeron llenas de sorpresa y sus ojos se abrieron evidenciando su horror. ¿Cómo era eso posible?... Retrocedió un par de pasos hasta sentir la pared en la cual se apoyo llevando su diestra a su cabeza. — No es cierto...no puede simplemente irse. — dijo en voz baja. — ¡No puede! ¡Algo le pasó! — elevó su voz y bajó su mano solo para poder ver a Lucifer, sus ojos pronto se humedecieron, padre no pudo simplemente darle la espalda. — ¿Que está pasando?...—
—Oye, era el último.— Frunció el ceño, viendo en el suelo el cigarrillo que ni siquiera había prendido, soltó un suspiro antes de alzar esa mirada azul brillante hacia su hermana pequeña. En su semblante no había más mofa. —Gabriel me dio un mensaje...— el volumen de su voz descendió un poco. —Se lo que está pasando... y se por qué nuestro Padre dejó de responderte. Él... se fue.
Afiló la mirada por ese comentario ¿Cómo podía ser eso?. — En ese caso ve hablando antes de que decida volarte la cabeza, sabes bien que soy capaz. — Tras decir esto le arrebató el cigarrillo y lo arrojó al suelo, estaba de mal humor y los juegos de adivinanzas de Lucifer le ponían aún peor.
—Mi café de la mañana amaneció amargo.— una sonrisa arrogante que a pesar del rechazo de su hermana no abandonó su expresión. Bajó la mano para tomar un cigarrillo de la caja que llevaba, y colocarlo entre sus labios. —Sabes que soy el único que puede ayudarte. Tus hermanos literalmente te mandarían al infierno si pudieran.— De algo interesante se había enterado, un cambio de planes bastante problemático. ¿Como reaccionaria Azrael si lo supiera?
Lucifer era la única persona que podía saber lo que estaba sucediendo. ¿Le diría? Era evidente que no pero hacer el intento era lo mínimo que podía hacer, pero esa actitud le quitaba todos los ánimos de recurrir a el. — Te das demasiada importancia, Lucifer. — apartó su cabeza y retrocedió un par de pasos. — ¿Sabes?... olvídalo, creo que buscaré a algún otro que pueda ayudar. Esa palabra no está en tu vocabulario a final de cuentas.
—A veces se sabe lo que se quiere, pero no lo que se necesita, Az.— Una sonrisa que no ocultaba burla, se acercó a aquél ángel perdido, extendiendo una de sus manos para tocar su mejilla, aunque sabía que quizás ella rechazaría ese contacto. —Siempre regresas a mi por una razón. Y no creo que sea nostalgia.
