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El demonio llega a nuestra mente, a nuestros corazones, la vida se escapa como si nosotros escapáramos de nuestros miedos, pero la malicia no tiene cuidado alguno, no, nos espera, nos desprecia y nos hace frente, entonces, ¿a qué esperamos?

Dejemos de perseguirnos, dejemos que huirnos, ¡somos nuestros problemas! Marcamos el final de esta corta existencia y nos caemos en la inmortalidad.
 

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