-Transcurrían las horas de la tarde y el sol había terminado su jornada ocultándose con lentitud en el horizonte del oeste y dando a paso lento lugar a la luna, la cual aunque no producía luz propia era bien acompañada por las miles de estrellas del manto nocturno que alumbraban el camino de las criaturas que habitaban este mundo, en un bosque cercano la noche ya estaban en todo su esplendor, el aire frio recorría las hojas de los arboles y del pasto haciéndolos bailar a su compas y melodía, sin embargo se escuchaba un sonido peculiar, un sonido dulce que se esparcía por los horizontes de donde se encontraba, una dulce tonada producida por una ocarina la cual era tocada por alguien, un chico de no mas de dieciocho años de edad, de una altura próxima a un metro con setenta y ocho centímetros , ojos de un azul celeste como el cielo en su máximo esplendor, y cabellos que parecían haber sido creados con hilos de plata pura y fina, Su vestimenta constaba de un pantalón de color negro que se encontraba un poco gastado, por el manto de la noche el cual era el mismo que el de su pantalón, por ahora era imposible apreciar aquel detalles, en sus pies, posaba unos zapatos del mismo color que su pantalón, que aunque compartían la misma condición, por la noche no se apreciaba que se encontraban también un poco dañados, en la parte de arriba, una camisa de color blanco como las nubes cubría su torso, un tanto sucia , pecho y sus brazos hasta llegar hasta el codo, y arriba de esta, un chaleco de color gris como la niebla cubría su espalda y su torso abrigándolo un poco pero dejando sus brazos al descubierto, pero aquello no era todo, en su cuello colgando de una cadena de plata una rosa completamente hecha de rubí se encontraba moviéndose al compas del viento junto a las hojas que rodeaban y cubrían el paisaje—
