Acomodó con esfuerzo las bolsas de tela que llevaba al hombro, estaban algo pesadas y cómo no estarlo, era semana de carretillas y puestos ambulantes en el pueblo; lo que se podía encontrar durante esos días no se veía usualmente en Blauweregen. Habían mercaderes que venían de visita de otros pueblos, de la ciudad y hasta incluso de lugares más lejanos.
Los puestos tenían muchas curiosidades, bastantes que no había visto antes y cuando menos lo esperaba, ya tenía tres bolsas de tela llenas de un mar diverso de productos. Solo que la mayoría de cosas eran para todos en casa.
(…) — Cielos... ¡Todo aquí es precioso! — Expreso con admiración, mientras tomaba su bolso. — Disculpe, ¿habría posibilidad de cambiar todas las cosas que traigo en este bolso a cambio de alguna de sus joyas? — Romine parecía confiada con su propuesta, pero era claro que el vendedor no tanto, llegando incluso a verla un tanto extrañado. Al notar eso, Romine giro la mirada hacia la joven que quedaba a la par suya, y sin dar muchas vueltas le pregunto directamente. — Buenas tardes, disculpe, ¿acaso es prohibido realizar intercambios en este sitio? —