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Acomodó con esfuerzo las bolsas de tela que llevaba al hombro, estaban algo pesadas y cómo no estarlo, era semana de carretillas y puestos ambulantes en el pueblo; lo que se podía encontrar durante esos días no se veía usualmente en Blauweregen. Habían mercaderes que venían de visita de otros pueblos, de la ciudad y hasta incluso de lugares más lejanos.

Los puestos tenían muchas curiosidades, bastantes que no había visto antes y cuando menos lo esperaba, ya tenía tres bolsas de tela llenas de un mar diverso de productos. Solo que la mayoría de cosas eran para todos en casa.
 
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RAV1583230 · F
(…) — Cielos... ¡Todo aquí es precioso! — Expreso con admiración, mientras tomaba su bolso. — Disculpe, ¿habría posibilidad de cambiar todas las cosas que traigo en este bolso a cambio de alguna de sus joyas? — Romine parecía confiada con su propuesta, pero era claro que el vendedor no tanto, llegando incluso a verla un tanto extrañado. Al notar eso, Romine giro la mirada hacia la joven que quedaba a la par suya, y sin dar muchas vueltas le pregunto directamente. — Buenas tardes, disculpe, ¿acaso es prohibido realizar intercambios en este sitio? —

RAV1583230 · F
(…) Por supuesto que las multitudes no eran algo usual para la joven, o al menos no estando tan cerca; por lo que le era difícil desplazarse sin recibir o dar algún empujón a más de una persona. Aun con ello, parecía arreglárselas para detenerse en cada puesto, y prestar sumo detalle a las mercancías. Algunos vendedores eran amables, pero otros no del todo, no a menos que les comprasen algo a cambio, y dado que Romine no era precisamente la más experta en ello, se vio involucrada en más de una compra sin sentido.

Llevando una bolsa llena de cosas sin sentido, hasta un punto de tener que arrastrarla por el piso, finalmente encontró un puesto que llamo por demás su atención, una aparente joyería mágica de productos variados, que de entre todos podrían ofrecer algo interesante. Romine entusiasmada, jalo su bolsa tan fuerte como pudo, hasta finalmente colocarse a la par de una joven que parecía tan interesada como ella. (…)
RAV1583230 · F
El próximo destino de la princesa parecía esclarecerse hacia el pueblo de Blauweregen, un sitio un tanto desconocido para la joven, pues hasta ese entonces, únicamente había leído referencias sobre su basto suministro de artículos variados; siendo inclusive un punto de reabastecimiento para los pueblos aledaños.

No esperaba encontrar algo en específico, pero la idea de pasar por ese sitio, le era más que llamativa, así que de ninguna forma la tacharía del mapa. Adentrándose poco a poco al pueblo, la joven se topó con un tumulto de personas dispuestas a comprar toda clase de artículos. Los colores variados, el ruido de mil voces hablando a la vez, y el exquisito aroma de diferentes alimentos, se convirtieron en una especie de magnetismo ineludible para la joven. (…)
AsteroporaHelvella · 31-35, F
Ya podía oír la voz del pelinegro sobre que no era necesario conseguirle nada y que esas monedas podía emplearlas para ella misma. Evidentemente, como de costumbre, ella había echo oídos sordos a dichas peticiones, quería darle algo útil a su aprendiz para que éste pudiese almacenar sus proyectos que hace con tanta dedicación. Solo era un añadido que se vieran bonitas, pero su motivo principal para adquirirlas había sido para fines prácticos, después de todo, era un buen material.

Al terminar con sus compras principales, simplemente siguió el flujo de la marea de personas. Sin duda habían salido a aprovechar y adquirir también sus propias novedades.

Solo que en su camino sin rumbo específico, un puesto logró atrapar su atención, lo suficiente para volver a tener un propósito en su recorrido. A simple vista el negocio ambulante podía pasar como cualquier otro. Pero para un ojo entrenado, era claramente joyería mágica.
AsteroporaHelvella · 31-35, F
Había un sin fin de peluches tejidos para el pequeño Leo. Envueltas en papel, tenía bien resguardadas flores comestibles para Fiadh, hasta arriba de todas las compras para que no se fuesen a aplastar o marchitar. Había revisado toda y cada una de ellas cuidadosamente, los conocimientos adquiridos gracias al compendio que han armado sus padres para ella rindiendo frutos. Para Althea y hasta para Leo nuevamente, había conseguido ropa a juego; contaban con estilos tan variados y las telas eran tan coloridas que por supuesto llevó más que solo un par de conjuntos. Las prendas al ser tantas ocupaban una bolsa entera.

Y finalmente, pero no menos importante, llevaba para Elam botellas de diversos tamaños, colores y formas para sus pociones. Había encontrado unas muy bonitas y con decoraciones plateadas las cuales parecían enredaderas; ciertamente daban un aspecto etéreo y mágico a los recipientes.

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