I’m probably going to hell, mates. Might as well enjoy the ride.
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JB1535635 · F
Piérdete.
Piérdete.
...
¡¿PIÉRDETE?!
Jenna pestañeó en su lugar repetidas veces, incapaz de entender lo que el abusador había dicho. Y solo las garras de Tronis en su cabeza la devolvieron a la realidad donde él continuaba abusando de un pobre mocoso. Se retiró los aretes, se arremangó las mangas de su chaqueta, comprobó que no tenía tacones y finalmente procedió: se acercó hacia el par y antes que el contrario volviera a... espera, no lo estaba golpeando con las manos. Jenna frunció el ceño creyendo que ya estaba delirando, pero antes de lanzar su cola de preguntas hizo lo que tenía que hacer por el bien del mocoso que probablemente iba a quedar con un trauma cuyo único psicólogo sería el oso de felpa que tendría en su cama. — ¡Déjalo ya! — Le gritó para a continuación golpearle con el codo a la altura del estómago y después aplastarle el pie con el propio. Jenna se sintió bastante Sandra Bullock en Miss Simpatia. Lo que la sorprendió luego fue la expresión de desconcierto total del mocoso.
— ¿Qué estás haciendo ahí? ¡Lárgate! — Hizo con sus manos una señal para que saliera volando del lugar. El niño susurró algo parecido a "¡una muggle!" y Jenna entreabrió los labios como si sintiera eso. Porque lo que ella había escuchado era otra cosa: — ¡¿A quién le estás llamando mugre?! — El niño solo saltó en su lugar después de escucharla y corrió incluso más rápido, quizás miedoso que la extraña le hiciera lo mismo. Y como todos los planes que Jenna armaba, este tuvo el mismo desenlace. Se quedó en su lugar, suspendida en la duda, porque ahora no tenía la menor idea sobre qué hacer. Lo único que se le había ocurrido al ver a mocoso siendo golpeado era ayudarlo. Además de cerrarle el pico al insolente que tenía al frente, claro estaba.
Tronis la devolvió a la realidad, bufando otra vez. A su lenguaje gatuno lo entendió como un: "Sigue vivo". Ella volteó a observar al muchacho insolente y enarcó una ceja. Habían dos resultados cada vez que Jenna golpeaba a alguien: o la víctima salía huyendo del lugar, la más común considerando que la muchacha de menuda estatura dejaba sorprendido a quien fuera que se metiera con ella, o terminaban enfrentándola. El segundo resultado normalmente la dejaban con moretones que después se veía obligada a tratar con la familia de sanadores: los Holmes. Sin embargo, ahora no tenía la menor idea dónde estaba. Era terreno desconocido, hostil. Y comenzaba a darse cuenta lo que acababa de hacer al haberlo atacado. Intentando aligerar el ambiente, sonrió, soltó una risa nerviosa y se acomodó un par de rizos: — Verás, podría perderme si primero supiera donde estoy.
Tronis volvió a hundir sus garras en su cabeza como si le dijera: "Patético, Jenna. Patético". Y ella le respondió a un gato que no hablaba: — Tú cállate.
Piérdete.
...
¡¿PIÉRDETE?!
Jenna pestañeó en su lugar repetidas veces, incapaz de entender lo que el abusador había dicho. Y solo las garras de Tronis en su cabeza la devolvieron a la realidad donde él continuaba abusando de un pobre mocoso. Se retiró los aretes, se arremangó las mangas de su chaqueta, comprobó que no tenía tacones y finalmente procedió: se acercó hacia el par y antes que el contrario volviera a... espera, no lo estaba golpeando con las manos. Jenna frunció el ceño creyendo que ya estaba delirando, pero antes de lanzar su cola de preguntas hizo lo que tenía que hacer por el bien del mocoso que probablemente iba a quedar con un trauma cuyo único psicólogo sería el oso de felpa que tendría en su cama. — ¡Déjalo ya! — Le gritó para a continuación golpearle con el codo a la altura del estómago y después aplastarle el pie con el propio. Jenna se sintió bastante Sandra Bullock en Miss Simpatia. Lo que la sorprendió luego fue la expresión de desconcierto total del mocoso.
— ¿Qué estás haciendo ahí? ¡Lárgate! — Hizo con sus manos una señal para que saliera volando del lugar. El niño susurró algo parecido a "¡una muggle!" y Jenna entreabrió los labios como si sintiera eso. Porque lo que ella había escuchado era otra cosa: — ¡¿A quién le estás llamando mugre?! — El niño solo saltó en su lugar después de escucharla y corrió incluso más rápido, quizás miedoso que la extraña le hiciera lo mismo. Y como todos los planes que Jenna armaba, este tuvo el mismo desenlace. Se quedó en su lugar, suspendida en la duda, porque ahora no tenía la menor idea sobre qué hacer. Lo único que se le había ocurrido al ver a mocoso siendo golpeado era ayudarlo. Además de cerrarle el pico al insolente que tenía al frente, claro estaba.
Tronis la devolvió a la realidad, bufando otra vez. A su lenguaje gatuno lo entendió como un: "Sigue vivo". Ella volteó a observar al muchacho insolente y enarcó una ceja. Habían dos resultados cada vez que Jenna golpeaba a alguien: o la víctima salía huyendo del lugar, la más común considerando que la muchacha de menuda estatura dejaba sorprendido a quien fuera que se metiera con ella, o terminaban enfrentándola. El segundo resultado normalmente la dejaban con moretones que después se veía obligada a tratar con la familia de sanadores: los Holmes. Sin embargo, ahora no tenía la menor idea dónde estaba. Era terreno desconocido, hostil. Y comenzaba a darse cuenta lo que acababa de hacer al haberlo atacado. Intentando aligerar el ambiente, sonrió, soltó una risa nerviosa y se acomodó un par de rizos: — Verás, podría perderme si primero supiera donde estoy.
Tronis volvió a hundir sus garras en su cabeza como si le dijera: "Patético, Jenna. Patético". Y ella le respondió a un gato que no hablaba: — Tú cállate.