[code]Aunque el beso fue casi que fugaz para la chica, de sus mejillas no desaparecía ese color rojizo que fue provocado por el azabache. Y es que, no solo eso, sino que también su corazón palpitaba con tantas fuerzas que temía que este pudiese oírle -incluso creería por un momento que se había mostrado evidente con el contacto de los dedos sobre su piel- por lo que ante lo ocurrido, entrecerró sus parpados en un intento de ocultar las emociones que expresaban sus ojos azules: con suerte, un suspiro escaparía de lo más profundo de su ser, ¿cómo podía decirle que él era responsable de todo lo que producía en ella?. De nuevo, y con cautela, sus ojos buscaron los suyos mientras una sonrisa tímida se marcaban sobre sus finos labios

—Yo...—Sus temerosas manos bajaron a sujetar desde la manga de la camisa ajena, intentando detenerlo antes que todo quedará como si nada, con ello, sus dedos se atrevieron arrugarle—Te quiero...

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