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— Y si...lo menos inesperado ¿ocurriese?, ¿estaré condenada si acepto estos sentimientos?. —
 
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Molesta, solo alzó el rostro para gritar el nombre de la castaña, teniendo más que presentes las memorias del pasado, donde un hombre, la discordia, era quien causó lo que para ella eran "Los males de Ariel"

— ¡¡Ariel...!!

Bajó su rostro y, con ahora las manos apoyadas en el suelo y empuñadas, solo se pudo ver como el cabello de la rubia perdía su inigualable brillo dorado, volviéndose, al menos en la parte baja, platinado. Esa era su marca, su carga, "La corrupción de Liriel" [/code]
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Amenazaban a su corazón salir de su pecho. Tragaba saliva para deshacer el nudo en su garganta y... Cuando finalmente sintió un deje de calma, fue cuando vio a la pequeña desplegar sus alas y emprender vuelo, ante los ojos de la rubia; ojos cristalizados, llenos de lágrimas, de sentimientos que nunca había sentido, de rabia, de ira, de dolor y angustia. Verla con personas extrañas, siendo escoltada, le hizo volver atrás, a sus memorias, a aquellas donde pidió redención para la castaña, donde su piedad y su amor le ganaron y, arrodillada ante dios, pidió que fuera ella la castigada y no Ariel, haciendo un juramento que ella nunca, nunca podría romper o causaría estragos a si misma, a Ariel e incluso a la humanidad entera.

Cayó de rodillas, rendida, sin un deje de luz en sus ojos, cuales opacos, solo derramaron lágrimas que humedecían la tierra. Su pequeña la había dejado en ese momento a su suerte... Suerte que cambiaría su vida de ahora en adelante.
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[code]La preocupación y la pronta frialdad del abrazo de su pequeña, cuando esta se apartó de sus brazos, le hicieron saber que algo no estaba bien. ¿Qué era lo que pensaba Ariel? ¿Qué era lo que estaba ocurriendo? Eran preguntas sin respuesta evidente. La conocía bien, sabía leerle la mirada, los labios, incluso ese tiritar del cuerpo de la castaña, pero esta vez... Esta vez fue tan diferente. Era como si una barrera se formara entre ambas, una barrera difícil de romper para la rubia y que, por obviedad le alteraba. Un nuevo sentir se formuló en su corazón; sentir que jamás había conocido en el paraíso; el miedo. Escuchó cada palabra de Ariel, sin si quiera formular palabra, no podía entender lo que la castaña decía y tampoco podía entender su rechazo a volver a casa, con ella. ¿Quién o qué habían hecho que la menor tomara tales decisiones? Ella nunca habría dicho "No" a Luciel. Llevó una de sus manos (La diestra), a su pecho, tratando de calmar esos latidos que

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As1555013 · F
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Sus alas se extendieron frente a su hermana con intenciones de partir, antes que por alguna razón su padre quisiese tenderle una trampa mediante ella, por lo que prefería asegurarse que no se involucrasen en una situación en la que pudiesen odiarse.

...Perdóname...—Logro decir con sus ojos azules cristalizados por causas de las lágrimas, antes de emprender su huida con los guardianes de Kaos, que le ayudarían a desaparecer de la escena.
As1555013 · F
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Reconocer que volvería a cometer "eso" que consideraban error, le pesaba, no porque dudará de su sentir, sino las consecuencias que acarreaban, como por ejemplo: la seguridad de Luciel.

No pienso volver, no antes de resolver lo que tengo pendiente.—Murmuro con un nudo que se había formado en su garganta, pero no era lo suficiente fuerte como para hacerle cambiar de opinión. Por ahora, debía asegurar que el ángel caído como la arcángel estuviesen a salvo a toda costa—Escúchame, hermana. Ya no soy una niña, lo sabes. Todo lo perdí en esa ceremonia. —Lentamente se separo del abrazo fraternal que ambas compartían, cuyo vinculo parecía tambalear entre lo que pensaría una u otra al no decirle directamente que si se trataba del azabache.

¡Confía en mi!, no toda la razón para vivir es sirviendo y desconfiar de lo desconocido. Confieso que...me da miedo, y aún así no me retractaré.

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As1555013 · F
[code]No podía negar que estar en los brazos de su hermana le brindaba toda esa calidez que desde pequeña le gustaba como el de un hijo a una madre cuando este se sentía en peligro. Si, Luciel, era toda esa imagen maternal que cualquier ángel de su edad necesitaba, fuese para mostrar sus logros como sus miedos, como el que sentía ahora mismo. ¿De verdad debía renunciar a los cielos para quedarse donde su corazón decía pertenecer?, sabía que si ella le planteaba siquiera esa pregunta, la rubia, no tendría ninguna contemplación en hacer que dejará esas ideas atrás y cumpliera como futura arcángel.

Y es que, gracias a la serafina, que después de retar a su padre -Dios todo poderoso-, fue la única capaz de convencerlo en que le perdonara la vida, con la condición de que la pequeña ángel mostrará lealtad y amor al responsable de su origen, ¿pero como podía amar a una sola imagen?, si lo que sentía ahora mismo era diferente.

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[code][...] como un cosquilleo, enojo, que le aceleraba el pulso. Entonces, resopló con molestia y se apartó de esta, llevando sus dedos de la diestra sobre su mentón, alzándoselo para que ahora sus miradas se encontraran. — Padre ya sabe donde estás, padre me dijo que viniera por ti y otros asuntos. Sabes que... Cuando un serafín baja a la tierra es el principio del fin. Uno más que descienda y todo terminará. ¿La razón? No lo sé. Pero hay algo de ti que a padre no le agrada y merezco saberlo. ¿Qué has hecho Ariel? ¿Acaso... Te has... Corrompido...? — La última pregunta de la rubia denotó profunda tristeza y dolor en su corazón. — Acaso... ¿Fue por ese hombre que padre mencionó alguna vez...? — Sus orbes, el nido de su tristeza presenciaron un par de lágrimas que estaban a punto de salir de ellos, pero que aguantó. — ¡Respóndeme... Ariel...![/code]
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[code]La inquietud de su pequeña ángel atravesaba sus barreras, la quebrantaba, la habían ver débil y vulnerable. Sus ojos, los cuales siempre eran serios y tendían a mostrar rectitud y frialdad, se llenaban de una profunda calidez que solo dios podía ver. Sus dedos trazaron las finas hébras castañas, deslizándose desde su nuca hasta su espalda, donde terminaban las puntas, buscando reconfortarle al sentir el firme abrazo, donde ella se aferraba, como si temiera por algo o por alguien.

No entendía que le ocurría, al menos no en ese momento, hasta que escuchó sus palabras y abrió sus ojos por completo, sorprendida por la respuesta de la menor. — ¿No... puedes...? — Aferró su mano, la que mantenía en su cadera, apegándola más a su cuerpo, hasta que finalmente alejó su rostro para verla directamente al rostro, buscando sus ojos con los propios. Las demás palabras que ella decía, le hacían sentir una especie de preocupación e ira que recorrió su cuerpo [...] [/code]
As1555013 · F
[code]La menor recargo su cabeza en el regazo de la rubia, en un intento de ocultar su vergüenza a su hermana como a los cielos. ¿Cómo podía decirle que se había enamorado de un ángel caído?, sobretodo, del responsable de la muerte de mucho de los arcángeles. No tenía el suficiente valor de admitirselo pero en el fondo, sabía que debía, aunque por otro lado, la involucraría en una situación peligrosa. No quería que quien más queria por encima de todo saliese lastimada, por lo que, sus brazos afianzaron más su unión— No puedo volver...—Murmuro en un tono apenas audible y entrecortado. Su garganta amenazaba con el llanto que la castaña retenia en el fondo de su ser— No le digas a padre de mi, por favor...cuando sea el momento, prometo explicarte...[/code]
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[code]El suave abrazo de la menor fue bien recibido por la rubia, quien extendió los brazos a los costados, hasta finalmente arroparla entre ellos. Una de sus manos quedó sobre su nuca y la otra sobre su espalda media. Cerró sus ojos y exhaló lentamente, por la nariz. Se sentía aliviada de por fin haberla encontrado, y más aún, verla en buenas condiciones. — Claro... He venido a buscarte, verte y... Otros encargos de padre, quien desea que vuelvas a casa. Este lugar no es apto para una niña tan linda y pura como tu. — Entreabrió los ojos para verla, apoyando su mejilla en la cabeza de la castaña.[/code]

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