*al notar aquel nerviosismo en la joven Angel, el serafín oscuro no pudo evitar sonreír, elevó su mano diestra otorgando una sutil caricia en el ajeno rostro, su tersa y suave piel, lo puro de los ajenos irises*

Habrán cosas que no estés acostumbrada, pero con el tiempo se harán normales, sin embargo no es como si debas hacerlo, poco a poco, y si algo te molesta, solo debes hacérmelo saber...

*agregó el Azabache, y lentamente retiro la palma diestra de la femenina mejilla, admiro la silueta de la joven en aquel elegante vestido que perfectamente delineaba el ajeno cuerpo *

Es hora, debemos partir