[code]El éxtasis de su sed de sangre desembocó un ávido fulgor rojizo sobre sus orbes, dejando un estela en cada movimiento efectuado.
Estúpidamente, todo ese momento le había recordado quién carajos era. La bestia, el demonio de Rusia, el puto Chernabog había roto sus grilletes y, como un reflejo instintivo de su despertar, los pulmones se vaciaron con una potencia digna de crear una ligera ventisca al bañar su aliento con la energía demoníaca que fluía por cada centímetro de su cuerpo.
Prostil tvoyo neuvazheniye k tomu chto ty ispachkal moyo dragotsennoye oruzhiye, potomu chto ya vizhu v tebe bol'shiy potentsial chem v tom starike. –su voz retumbaba, distorsionándose hasta perder esa pizca que disfrazaba su inexistente humanidad.[/code]
[code]La respiración se entorpeció al ser espectador de tan depravada escena; provocándole un revitalizador escalofrío que le recorrió toda la espina dorsal hasta clavarse en su cerebro como una aguja para estimular aquella parte de su sadismo que había dado por muerta, pero la misma resurgió como una puta ave fénix.
La monotonía de la escala de grises desapareció cuando la sonrisa se curvó con una perfección escalofriante. Su mente, se nubló con un jodido deseo; un sentimiento qué, de haber tenido el dedo sobre el gatillo, Alek lo habría presionado sin ninguna clase de duda.
Pero no, lamentablemente no fue así. Su experiencia habló en esos vitales segundos y no pecó de idiota al colocar el índice sobre el gatillo, pues solo un completo imbécil sería capaz de dejar el dedo sobre el gatillo cuando la sensibilidad de los mismos era risorio.[/code]
Sus pobres labios enrojecieron por la presión del arma, pero no le importó el suave escozor que la hizo jadear con gusto. Ansiosa ante la escena, Nano deseó dar un buen espectáculo al hombre que tenía en frente.
Sus labios se separaron con esfuerzo, pero logró abrir su boca lo máximo posible para engullir el cañón y bañarlo con la espesa saliva que comenzaba a brotar.
[code]Ocultó la satisfacción de haber visto esa reacción por parte de la fémina. Sus ojos, en cambio, sí que expresaron un sutil fulgor por las últimas palabras. Sin perder tiempo, desenfundó su Pit Viper R-6C, 14 y colocó el cañón del arma sobre los labios ajenos; siguiendo perfectamente la emoción que desbordó la mujer.– Podrías serme útil, sí... Pese a que no eres muy buena aún.[/code]
[code]Bienvenida al club, Mingyin. Hay hastío en la mesita del fondo.
No, aún me sirve porque si muere... ¿Quién hará el mantenimiento de mis armas? Me tocaría los cojones tener que buscar a alguien tan bueno como él.[/code]
