ArminArlelt

Hola

n.n el honor sera mio

— Deberías calmarte si quieres que sobrevivamos. Mencionó como si nada pasara, pero en el fondo, su corazón latía rápidamente, atemorizado, con miedo a no salir con vida de ese lugar. Íncreiblemente, extendió una de sus manos hacia la mejilla del rubio, retirandole un par de lágrimas para compartir la calma que ella reflejaba, retornando la mano a su regazo, observando cómo es que él intenta abastecer la maquinaria con gas.
— Tenemos tiempo suficiente... Ahora, ¿cómo es que funciona ese aparato tuyo? Indagó por momentos el funcionamiento de lo que su único orbe era capaz de ver, cuando de repente, empezó a hablar sola.

— No.. Padre jamás me enseñó a utilizar cosas así.. Sí, yo también creo que hubiera sido conveniente para casos como estos.. También estoy asustada. Hacía pausas intermedias, como si estuvieran respondiendole y ella luego contestaba, todo aquello con naturalidad, sin miedo a ser juzgada, ni a que le vieran de manera extraña. Se quedó viendo a la nada por efímeros momentos y luego volvió la mirada al artefacto del joven. — Creo que podré ayudarte.. Apartándole las manos del sitio donde el gas salía, logró conectar su equipo, hasta que éste fue recargado por completo. Una vez hecho eso, miró hacia un costado, sonriendo infantil, todo lo contrario a su actitud frívola de momentos atrás. — Me explicaste bien.. gracias.. Y luego, miraría nuevamente al rubio. — ¿Podremos irnos ahora..?

Sus vagos pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó una voz desconocida, obviamente, reconoció era la de un varón, pero le pareció sumamente extraño que alguien le fuese a saludar, así como si nada, sin conocerla previamente ni haberla tratado.

Separó sus finos y delicados labiales para contestar al saludo, girando el cuerpo por completo a su interlocutor, empero el estruendo no le permitió pronunciar palabra alguna, cubriendose ambos oídos para no perder el equilibrio, sin embargo, cuando se da cuenta ya estaba en los brazos de aquel sujeto, frunciendo el ceño con ligereza. ¿Qué clase de atrevimiento era ese? pero volteando a ver al enorme ser que se asomaba por encima de la muralla no le dio ni tiempo para reclamar.

Los temblores del varón que la sostenía logró percibirlos en su cuerpo, más ella a pesar de sentir un terrible temor por ser asesinada sin volver a encontrar a su Padre, mantenía una expresión gélida y poco gruñona.
— ¿Hacia dónde demonios te diriges?

Ya han pasado días desde que aquellos titanes entraron a la pequeña ciudad que se escondía en la segunda muralla; el número de personas ha descendido, así como las proviciones para cada boca, creando caos entre las multitudes que aún sobrevivían, floreciendo en ocasiones anarquía.
La situación de la joven de cabellera plateada no era tan mala a pesar de no conocer a nadie en el nuevo poblado al que fue trasladado desde el primer ataque, en el cual para su desgracia estuvo presente. Lo recordaba bien, todo claramente.. Los gritos, la sangre corriendo como si agua de lluvia se tratara, los miembros de personas por doquier y esos gigantescos seres devorando todo lo que encontraban a su paso.

Cerró el único orbe visible a la vista de los demás pues el otro estaba oculto por razones personales; suspiró suavemente, sentada sobre la tierra seca, rodeada de piedras y trozos de madera, escuchaba las pocas pisadas de las personas pasar, murmurando lo trágico de la situación. Para colmo, su Padre estaba ausente en aquel tormento, y ella, desde que fue rescatada de la llegada de los titanes, ha obtenido muy poca información de él.

Se levantó de su sitio para emprender una corta caminata hacia las 'afueras' de la ciudad, donde otra muralla enorme les protege, pero conciente está de que tarde o temprano será destruida por otro de esos monstruos, quedandose quieta, visualizando el alto muro de piedra.
— Hmmmm...