El sabor de los labios de su amado se mezclaban de forma exquisita con la sangre que Aren derramaba ante los ardientes y agresivos besos que recibía de Etienne, en donde sus colmillos rasgaban sin piedad sus labios y lengua. Aunque para muchos, eso habría sido extremadamente doloroso, para Aren era todo un éxtasis al extremo, aumentando con esto su necesidad de continuar siendo profanado por su amante infernal.

— Si...Ahhh...Ma-Mátame...¡Mátame ya, maldita sea! — Gritó, clavando sus uñas profundamente en la piel de la espalda del vampiro, pegándose totalmente al cuerpo contrario y enrollando sus piernas a la cintura contraria, retorciéndose bajo su cuerpo como si estuviera poseído por alguna entidad demoníaca, gimiendo y riendo de placer, arqueando todo su cuello y cabeza hacia atrás. — ¡E-Etienne! ¡Ahhh! M-Me...Ahhh...Ahhh...Vo-Voy a estallar...Mmm...¡E-Etienne!