Contuvo la respiración sólo por ese pequeño acto, cuando ella dice su nombre. Increíble estar sintiendo tanta atracción por una humana, y justamente, una que no fue tan simpática al conocerla.

A gusto le respondía cada beso, abrazándola por el cuello. La zorrita no pudo resistirse a lamer delicada los labios de la capitana, en medio de esos besos que no quería cortar.

Y, mientras ellas estaban unidas de esa forma, concentradas en los labios de la otra, un zorro rubio las ve de casualidad a la lejanía. Ese zorro, hermano de Nina, tenía mucho que comunicarle a su padre ahora.