Antonella era buena con las manualidades es por ello que en el futuro le haría a su nieta Donna la mayoría de sillitas y algunos juguetes en madera.

Pasado el rato en conjunto con Nina le enseñaba como unir las partes para hacer el cohete, lo mejor de todo es que era un cohete de cartón que se podía abrir y ver por dentro, de altura era de la mitad del cuerpo de las niñas, de la cintura a los pies de ellas, faltaban más detalles pero era divertido construirlo con Nina, además que Nina coloreaba bonito.

— Tiene que tener una nevera dentro y televisión y videojuegos

Para Antonella esas eran necesidades básicas (?)

— ¡Sí, si!

Dejó su bolsa en el suelo, uniéndose a la tarea. Quería hacer una nave bonita, pero que pudieran sostener sin que termine deshecha entre sus manos. El cartón era una buena idea.

— Sky quiere ir a Marte. Entonces, la nave tiene que tener comodidades.

Sonríe, buscando entre las cosas de Antonella unas tijeras.
Así si podían pasar un rato agradable. Nina comenzaba a pensar que el problema no era Nella, sino en lo que se convertía cuando estaba con Luka. Pero si él no estaba, podían llevarse bien.

Antonellita le brillaron los ojos al ver a esa astronauta, era perfecta, fue con cuidado sin quitar la vista de esa muñeca extendiendo sus manos para tomarla y admirarla.

— Nina...

Sonríe maravillada ¿Por qué sus padres no le compraban cosas así? Si le daban a Antonella objetos que ella quería pero en cuanto a gustos de muñecas Nina por mucho era la reina de las muñecas.

— ¿Una nave? Tengo carton y colores podemos hacer una ¿Quieres?

Se había animado en jugar con ella y olvidar lo que las separaba en ocasiones, eran tan diferentes pero tan iguales cuando coincidían en algo que les gustaba. La azabache trajo una cartuchera y colores dejándolas en el suelo de aquella habitación donde estaban.

— Tiene que ser una grande

Se puso manos a la obra con las hojas a su alrededor, no le importaba hacer un campamento ese día con tal de darle una nave a Sky.

— Me la regaló la novia de mi papá. Se parece a ella, no me gusta, pero no puedo tirarla porque él se enojaría.

La deja caer dentro del bolso nuevamente. Buscó otra, se le escapa una sonrisa cuando la sostiene. Una muñeca con traje de astronauta.

— Ella es Sky.

Duda, se ve cómo hace un poco de puchero antes de dársela.

— Quiero construirle una nave.

— No me gusta esa...

Se cruza de brazos con ese ceño de disgusto ante las acciones de la pelirroja.

— Ese es Luka, yo no hago eso

Bien sabía lo que hacía Luka pero Antonella cuidaba las cosas que le gustaban y esa muñeca le parecía muy bonita.

— ¿Por qué tienes una que no te gusta? Te deberían gustar todas.

Seguía sin dar un paso al frente, miraba a la muñeca que le ofrecía aún en negación.

La niña mira a ambos lados, después a Antonella. ¿Qué quería decir eso? No iba a darle a su muñeca favorita. Tal vez otra, pero nunca a su Katie.

—¿Para que? Vas a hacerle algo malo. Como arrojarla al inodoro, o cortarle el cabello. Luka es mi hermano, sé todo lo que te enseña.

La esquiva rapido y corre hacia su bolso rosa. Le extiende otra muñeca, una rubia con vestido de princesa.

— Esta. Si le haces algo, no me va a importar.

Antonella no perdió tiempo, sabía el movimiento que venia, la azabache corre a su lado porque le gustaban esas muñecas, se adelantó de frente a Nina.

— Quiero la que te gusta!

Dijo atenta a cualquier movimiento de la pelirroja, quería jugar con ella pero no sabía cómo pedir las cosas y las muñecas de Nina eran sus favoritas.

— ¿Y a mi qué? Prefiero tener mocos a tener piojos como tú.

Seguida de su acusación, se aleja unos pasos, evitandola. A Nina le molesta cuando Antonella le molesta así, le recuerda a su hermano. Quizá ellos debieron ser hermanos en un principio.
Se va a buscar sus muñecas, esperando que pronto Lyov aparezca a buscarla.

Era más alta que ella por tres dedos así que aprovechaba su estatura para verse más "madura". Antonella eleva ese rostro de forma altiva, era su forma más natural de ser engreída y hasta estirada, sabía que podía llegar a causar molestia con la combinación de su mal humor y de esa actitud.

— Tienes razón, tienes dos mocos, aquí y aquí.

Toca con su índice ambos orificios de la nariz de la rusa de forma molesta.

Arruga la nariz y se da la vuelta para que no la vea quitarse el moco. Pero, no sentía nada. Lo que aquella pelirroja bajita de dos coletas hace es señalar a la italiana con molestia.

— Mentirosa. (?)