Una sonrisa se asomo en conjunto con una mordida de labios propia... Que linda era su esposa ♡ la azabache va dejando besos por esa mejilla, hombros y se va acomodando con calma hasta deslizar sus manos por los hombros de la pelirroja.
Ejerció presión en el centro de sus omoplatos para acostar su pecho y rostro al colchón. Así tendría a la rusa con sus glúteos alzados y lo demás de su cuerpo descansando, Nella con una mano sostenía la cintura ajena y la otra seguía concentrada en el medio de la espalda. Seguía en continuidad con sus vaivenes en sonoridad.
Un gemido nuevamente escapó de su boca cuando el sexo de la alfa se enterró más en ella. Nina sentía el temblor en sus piernas, vibraban sus muslos todavía sensible por esa entrega pasional. Al oírle, se sonrojó riendo suave. ¿Había entendido bien su pregunta? Como podía, le daría una respuesta.
Se hacía la inocente al preguntar con un "¿Uhm?" al oír ese nombre cariñoso de la rusa para la italiana. Antonella en su perversión adoraba que la rusa se sintiera completa, sus labios fueron está vez al oído de la pelirroja para hablarle en su lengua natal.
— Ti piace come ti do il latte?
Esa voz estaba profunda y rasposa. Nuevamente un movimiento pélvico de afuera hacia adentro lento empujó con su punta el interior de la pelirroja, si era por Antonella, no sé detenía en continuar demostrando su amor carnal por la rusa.
Amaba ser suya. Amaba sentir esos cálidos fluidos ser derramados en su cavidad, placer instantáneo que invadió el cuerpo jadeante de la rusa. Sonrió, relamiendose después los labios al oír esa palabra en la boca de su esposa.
La tenía en su posición favorita, el vaiven de ambos cuerpos era consecutivo, una estocada interna y pronunciada deslizo sus fluidos en el interior de aquella rusa.
La voz de Nina era un elixir ante los oídos de la italiana, su ronronear por ese placer que sentía hacía que Antonella se sintiese especial cada vez que lo hacían.
Dejó un beso a ese hombro de su mujer, otra nueva y suave estocada empuja el interior de ella.
Un gemido duro, alto resuena en la habitación. Luego, otro más cálido como un ronroneo es dejado en el oído de Antonella. No había mejor forma de demostrar su placer que esa.
