No desaprovechó aquella oportunidad, las manos se sostuvieron enseguida a sus prendas en las caderas. Antonella la atrajo firme apoyando su menton en el abdomen de ella, tendría su mirada puesta en la ajena que le acariciaba.
— Eso suena bien, necesito que me respeten.
Comenta como león en reposo, no quitaba sus grises de ella, le brindaba caricias a las esquinas de su cuerpo al cual estaba aferrada.
No respondió de inmediato. Nina se tomaba el tiempo de mirarla al avanzar algunos pasos, quedando frente a ella. Elevó su diestra, acarició con el dorso a un lado suave en sus cabellos.
Eleva su rostro en obediencia a aquella mujer. Su mente que estaba distraída fue en dirección al llamado de la Omega.
— Un poco ¿Te gusta?.
Estaba algo cansada de su corte acostumbrado, quería variar, además, pensó que sería más fácil acariciar sus cabellos con sus hebras cortas ¿A Nina le gustaría meter sus dedos entre esa cabellera azabache?. Los orbes grises parecían notarse aún más, el color estaba brillante al ver a la rusa pese a que el rostro estaba pacífico.
