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AntonellaBlack · 26-30, F
Sentía que era un milagro del cielo, sintió mucha paz y calma al escuchar esas palabras de los propios labios de Nina, ya no solo era Antonella, ahora era Nina interesada en lo mismo, se le había hecho un nudo pero positivo, no sabía que decir, estaba feliz.

— Quiero... Quiero que hagamos la terapia juntas y solucionar lo que debamos solucionar..

Con más confianza se acercó dejando un beso pronunciado a su frente, luego uno a su mejilla.

— Te extraño tanto Nina...

Sonreía riendo suave, acariciaba las manos de su aún esposa, la espalda de Antonella se sentía menos cargada, se sentía esperanzada.

— ¿Me dejas abrazarte? ...
Su reacción además de sonreír, fue desviar la mirada por la vergüenza que sintió. Antonella era más directa con sus sentimientos, siempre había sido así. Nina por otro lado, era un glacial que se derretía poco a poco revelando sus emociones.

— Lo sé. Lo difícil de estar separadas y vivir juntas, es que aunque no estemos hablando o viéndonos sabemos que la otra está ahí, cerca, y eso es una tentación a acercarse.

Traga saliva, vuelve a mirarla. Separaba los labios con la vista en sus bellos ojos grises buscando la calma para hablarle.

— Quiero intentar la terapia de pareja, si todavía estas de acuerdo.
AntonellaBlack · 26-30, F
Aprieta sutil su mano que sostenía la de la dama, las caricias no se detuvieron con su otra mano, su palma se abrió y pasaba ese pulgar por el pómulo y mejilla de la pelirroja. Antonella sentía el pecho oprimido ante sus palabras porque ella sentía lo mismo.

— Es una sensación horrible... En verdad que lo es..

Estaba pensativa y abierta al igual que la pelirroja, era el momento para ambas hablar. La azabache le mira y deja un beso a esa mano que no dejaba de sostener.

— Extraño decirte amore mío... Dormir contigo ... Eres tan tibia que extraño abrazarte por las noches

Ríe por lo bajo sutil ante su comentario, la azabache suspira suave mirando a Nina serena pero con ese semblante interesado en la conversación.

— Extraño a mi esposa..

Le miraba con esos grises. Su voz estaba suave pero con ese tono de alfa que a Nina tanto le gustaba, era de proponer soluciones pero está vez prefirió callar y escuchar a la pelirroja.
— Te extraño.

Era sencillo de admitir. Nina era una pared fría pero por supuesto, tenía muchos sentimientos hacia Antonella. Era difícil fingir que no.
Cerró sus ojos por un instante, le gustaba cómo ella le acariciaba.

— Estamos en la misma casa pero tengo problemas con estar así, sin hablarnos ni mirarnos. Lo detesto, odio ignorarte y que me ignores.
AntonellaBlack · 26-30, F
El beso la había sacado de su realidad pero el oír la voz de la pelirroja y mirar su rostro, la azabache se perdió en sus palabras. Comprensiva toma las manos de la ajena para sostenerlas sin quitar el contacto visual.

— Empieza por lo fácil y luego nos vamos complicando con lo demás...

Una de sus manos se separo tomando su mejilla y brindando caricias con sus nudillos.
Fue Nina la que se sorprendió por el beso. Estaba cómoda en esa cercanía, entre los brazos de ella y sin soltarla tampoco. Sus labios respondieron al cálido beso, despacio, sin prisa pero con el sentimiento presente al presionar su boca en la ajena. Sin saber porqué, le cayeron un par de lágrimas por las mejillas y fue allí cuando apartó un poco su rostro de ella, sólo para mirarla.

— Hay mucho que debería decirte pero no sé cómo...
AntonellaBlack · 26-30, F
(...)

Con calma apartó un poco su rostro para mirarle y posar sus grises en los de ella, su mano se acercó dejando una caricia y apartando cabellos rojizos de la ajena, con una suave sonrísa mirando a todas las Ninas de distintas edades hasta llegar a la actual, Nella se rindio a ella.
Un beso efusivo y pronunciado estaba en esos labios de la rusa, la azabache no se apartaría de esa unión, fue delicada y pasional cómo siempre le brindaba o manifestaba lo que sentía.
AntonellaBlack · 26-30, F
— Nina... Aunque Lyov me hubiese hecho eso yo hubiese dicho que si, ya te había marcado por esa época, a pesar de mi inmadurez sabía que tenía que estar contigo

Seguía en su misma postura ante ese relato imaginario, si hubiese tenido un hijo con Nina en ese entonces sería igual de feliz a temprana edad con ella, con sus detalles por la edad y como eran ambas pero feliz. La sola idea le saca una sonrisa.

El pensamiento o la historia en su cabeza se terminan al sentir ese abrazo repentino de parte de la rusa, la azabache había sentido como el aire había sido robado por ese contacto, como si volviera a la vida su corazón bombeo fuerte, se sentía cálido ese abrazo y el pecho de Nina encajado perfectamente por el contrario, había sido tan inesperado pero agradable, la italiana cerro ese abrazo apretandola a su cuerpo con cuidado.

— Ieri, oggi e domani dei miei giorni è il tuo nome...

Con calma apartó un poco su rostro para mirarle y posar sus grises en los de ella, su mano s
— Para nuestros padres no habría sido tan maravilloso. Seguramente Lyov te obligaba a casarte conmigo a punta de pistola, con diecisiete años.

Parecía un comentario de broma, lo era, pero tenía su verdad. Nina se toca una mejilla con la mano, mirándola sumidas en un pequeño silencio luego de que Antonella mencionó a sus hijos.

— Tienes razón.

Dijo la rusa simplemente, no podía discutirle cuando estaba en lo cierto.

Segundos le tomó a la pelirroja tomar una decisión, pero como Anto estaba frente a ella, quieta y tranquila, la abrazó suavemente y sin permiso. Cerró los ojos cuando el calor del pecho ajeno se fundió con el suyo en el abrazo.

— Eres una buena madre... no me arrepiento de que hayas sido tú la que me dio ésta hermosa familia. Gracias, Nella.
AntonellaBlack · 26-30, F
— Pienso que a pesar de lo traviesas que solemos ser si hubiésemos tenido un hijo en ese momento hubiese Sido de igual manera maravilloso

Sonríe suave ante la idea, amaba tener hijos con aquella mujer, no en vano tuvieron siete y una adicional (?) Antonella da unos pocos pasos rompiendo aquella barrera silenciosa entre ambas quedando cerca de ella.

— Sin embargo esperamos al casarnos en formar nuestra familia, eso sí fue organizado por las dos

Sus manos que estaban a sus costados se apoyaron en su propia pierna para dejarlas quietas.

— Hemos criado bien a nuestros niños, Ciro paso por lo mismo con Molly, tuvimos que hablar con el ¿Recuerdas cuando bajo las notas y lo confrontaste? Luego el muchacho mejoró, será lo mismo con Adam y su novia

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