— Ya sabes mi respuesta, amor...~

Estaba acorralada si, pero no quieta. Deslizó su espalda por la puerta lento hasta agacharse a la altura de la cintura ajena.
Allí tenía ese abdomen perfecto a su disposición para besar de forma marcada sin importarle la humedad del sudor.

Entro y cerró la puerta acorralando a la pelirroja contra la pared, teniendo ambos rostros cercanos Antonella ladea su rostro sonriendo.

— ¿Te gusta ser mi pervertida?

Su mirada se deslizo coqueta a sus orbes y labios.

Todavía estaba recordando cuando le escucha y voltea su rostro sonriente a ella.

— Te casaste conmigo porque te gustan pervertidas.

Abrió la puerta al llegar, entrando primero y jalando suave la mano ajena.

— Vamos a quitarte el sudor. O no...~

Vuelta a la actualidad.

— Si que me gustaba verte en falda al jugar tenis... Eres una pervertida ~

Iba caminando feliz con ella a la ducha, su mano se entrelazó con su esposa mirandole.

— Ni pensar que te casarías conmigo ~

— Conduce con cuidado.

Fue su respuesta con una sonrisa afirmativa, haciéndole saber que le haría caso. O tal vez no, pero quería dejarla tranquila.

No dijo nada más, tampoco siguió jugando. Sólo se puso de pie para acompañarla a la puerta.

Hubo un silencio en el cual Antonella no supo que decir, solo dió otro bocado y miro la hora.

— Ya debería irme...

Tras levantarse la azabache extiende su mano colocándola en la frente de Nina midiendo su temperatura.

— De verdad... Quédate descansando, no vayas a clases mañana ni pasado ¿De acuerdo?

El corazón le latía rápido y sentía cosquillas en el estómago. Su mano bajo al hombro de ella sonriéndole suave.

Maldita sea. Que le latiera fuerte el corazón con algún gesto de la azabache se estaba volviendo muy recurrente.

Esboza una sonrisa suave, de labios cerrados mastica saboreando el chocolate. Luego con su índice se limpia la comisura de los labios y para terminar, con una intención directa de que ella le viera, chupó la punta de ese índice.

— Gracias.~

La coquetería y seguridad de la pelirroja hizo que Antonella se sintiera pequeña delante de ella. Sin embargo pico un pedazo y lo llevo a los labios ajenos esperando que ella masticara.

— No te cambiaría...

Cayó en cuenta de lo que había dicho y se sonrojo aún más.

— ¿Lo ves? ... Sabe bastante bien...

Ella sopla antes de reír arrugando la nariz, dándole ese aspecto tierno que tenía la rusa al sonreír.

— Te vas a aburrir sin molestarme. No me busques reemplazo tan rápido, ¿mh?

Apoya las manos entre ellas e inclina el cuerpo hacia Antonella. Es entonces que se le queda viendo, con sus ojos expresivos y atentos mientras separa los labios suavemente.

— Dame un poco.

— No soy tan inservible como piensas pecosa.

Sonríe suave dando una mordida a ese pedazo deleitándose de lo bien que sabía todo.

— Hmg... Mary cocina como los Dioses...

Uno de los gatos de Nina se frotaba con las piernas de la azabache.

— Son dos días de reposo, recuerda. Si te veo pasado mañana en el colegio, te haré la vida cuadros.