Los besos le impedían hablar, pero los corresponde con ganas.
Sabía qué debía decir pero no le salían las palabras, le estaba sonriendo suave y tímida por todos esos sentimientos que Antonella le profesaba de una vez.
— ¿Quieres dormir conmigo hoy?
Pregunta de repente mirándola a los ojos. No mencionaria nada sobre Luka en ese momento.
— Antonella para...Deja de hablar, en serio, callate.
Negaba apoyando la frente en su hombro. Oír sus quejas de dolor le hicieron acariciar su espalda de forma confortable, dejó de hablar solo para sostenerla en sus brazos de esa forma y cuando su voz volvió a oírse, era un susurro en el oído de Nella.
— Me quedaré contigo, incluso si es de este modo. No quiero estar sin ti, tu no quieres estar sin mi...a-aunque no sea correcto, quedate conmigo.
Sus manos subieron despacio abrazando el cuerpo ajeno, lo hizo con fuerza. Antonella le dolía la cabeza. Pero el beso de Nina le hizo estallar el pecho, estaba profundamente enamorada de aquella pelirroja.
— Nina...
Solo cerro sus ojos volviendo a besar los labios ajenos en otros besos suaves y dulces.
— No amo a Luka, nunca lo hice... Me incómoda tu hermano... Y no lo quiero cerca... Y a ti...
La presión en su cabeza dolia por todo, por llorar, por lo agitada que estaba.
— Me gustaste siempre... Solo que eres una malcriada!... Sin embargo... Esa malcriada me gusta mucho... Trate de alejarme de ti... Pero la verdad es que no quiero alejarme de ti, maldita sea, no quiero hacerlo...Ahg...
Frunce su ceño tomando con su mano su frente para apretar.
Un fuerte rubor se impregnó en sus mejillas pálidas, sintió calor en todo el cuerpo. Sus piernas se movieron solas volviendo a buscar esa cercanía con Antonella.
La rodea en un abrazo apretado, despegandola de la pared. Antes de que cualquiera de las dos pudiera reaccionar y decir algo, Nina la besa en los labios siendo muy suave, tierna.
— Yo también te amo.
Pudo decir con su voz angustiada, incapaz de soltarse de ella. La había derrotado, Nina asumió que ya no habría marcha atrás.
Jadea por la angustia en su pecho, limpiando las lágrimas de Antonella con sus dedos al ver cómo bajan por sus mejillas.
La mente de Nina era su peor enemigo. Recordaba imágenes claras de la chica que amaba junto a su hermano. ¿Realmente estaba con él por presión familiar y nada más? La pelirroja de un paso hacia atrás soltandole. Lloraba ahora, su mano cubría nerviosa la boca entre palabras que dejaba salir.
— Me hubiese gustado que nosotras nh...Yo...h-habria sido una buena novia para ti.
Su espalda choco contra aquella pared de esa calle, estaban ocultas en una especie de callejón que daba a esa dulceria. Antonella sentía mucha presión en el pecho. Miraba los orbes de Nina rojizos también. La pelirroja tenía el rostro de la italiana a su Merced.
