-Parpadeó alarmada en cuanto la soltó, al percatarse precisamente del rubor y la sensación caliente en su cara. Se cubrió las mejillas con las palmas de las manos y le dio la espalda para alejarse y buscar un poco de agua.
—Nada!! solo un poco de fiebre, estos cambios de temperatura. uff —Tomó un vaso de barro y vertió un poco de agua dentro de este para beber con disimulo, sin volver a mirarlo en ese momento. -
-Tragaria lentamente del dulce sin sontarle sus mejillas, fueron unos pocos segundos antes de finalmente liberarla. Acomodaría su vestimenta mientras tanto, antes de regresar su mirada sobre ella con aún cierto interés-
¿Que pasa?
-Lo dijo en respecto al sonrojo que yace en sus mejillas-
-Aquello la dejó completamente petrificada. Su corazón latiendo con ferocidad contra el pecho mientras un fuerte sonrojo le surcaba las mejillas.
Ella iba a entregarle el dulce que tenía entre los dedos, pero él prefirió tomar el que tenía en la boca.
—D-De N-Nada... —Respondió con voz temblorosa y agitada. Guardó el dulce nuevo de nuevo en su bolsillo y se quedó ahí, mirándolo comer el dulce con toda tranquilidad.-
-Entrecerro sus párpados, es todo lo que esperaba; el pelirrojo pasa a acercarse, posando sus labios tan peligrosamente cerca de los de ella que desde lo lejos incluso parecería un beso efectivo-
-Pero, no fue el caso, había tomado el dulce con tal delicadeza que empezaría a extraerlo de su boca, jalandolo para poder finalmente comerlo sin mayor problema.-
—¿Eh?—Parpadeó avergonzada y sorprendida por aquella orden. Sin embargo, la mirada asesina con ese rojo en La expresión ajena, no la dejaron negarse en absoluto.
—A... A. Aaaah?—Dijo ella al tiempo que abre los labios y acerca el dulce pero a los labios de él. Era más que nada para que Antares abriera la boca y entregarle el dulce entre los labios.-
-Entrecerro sus párpados, una mirada rojiza completamente capaz de quemar ciudades enteras. Es como si estuviese mostrándose amenazante delante de ella pero... En un instante desvío su mirada hacia el dulce-
-Frunció el ceño, evidentemente indignada por su insistencia. Apretó los labios que aún estaban encogidos por el agarre del varón, mientras se palpaba las ropas para comprobarle que estaba equivocado.-
—Era .. mío... El tuyo debe estar en tu... —Palpó en su bolsillo, una dura bolita que la hizo tragar saliva. Era su dulce. Lo sacó con cuidado y lo puso en alto para mostrárselo.-
-Lo decía con toda la seriedad del mundo, aunque a estas alturas, era claro que no se trataba de una amenaza verdadera. Mantenía sus dedos presionando le las mejillas, como una clase de regaño-
