pensando?... —se irguió y llevó ambas manos a su rostro, ejerciendo presión con sus dedos hasta deslizarlos por sus cabellos, echándolos hacía atrás.

Por un instante el instinto de antaño floreció con descomunal frialdad ¿qué tal difícil sería terminar con una vida tan frágil como esa?



La voz de Andi hizo eco en la antesala de sus recuerdos, en ese camino labrado a partir del día a día, de una nueva vida en la que sus manos ya no debían mancharse de sangre por causas egoístas.

Pasó saliva y exhaló aún con un aire de sosobra en el pecho, no se iría tan fácilmente, no hoy al menos.

Había salido tan rápido como pudo, incluso ignoró al perro que le llevó en el hocico un viejo muñeco que usaba para jugar. Tan sólo pudo escucharse la puerta principal ser azotada sin cuidado al salir y bajar las escaleras con prisa, deteniéndose a medio terreno al frente casi como si le faltase el aire, pues se agachó un tanto, sosteniéndose de sus propias rodillas con ambas manos, dando respiros forzados por la boca, descolocada.

¿Hace cuánto que no sentía semejante vulnerabilidad? Era ridículo sentirse afectada hasta los cimientos por algo así, pero le fue inevitable el verse reflejada en los ojos de Moka, casi lamentando el destino al que podría ser sometida si seguían con ella <Debimos matarla... Debimos> Fue lo único que le rondó en la oscuridad de su mente, en ese cuarto oscuro que se reducía con tortuosa rapidez, sofocándola <Aún podemos...>

Negó con el rostro, agitando sus cabellos de lado a lado, ya relajando el ritmo en su respirar— No... ¿En qué estoy (...)

¿Pero qué podría saber ella de los anhelos al viento? Si toda súplica que emitió en el pasado fue un sinsentido para oídos de quienes la tuvieron retenida contra su voluntad, ausentes de toda piedad para tan frágil y pequeño ser. Vio la crueldad del mundo con esos ojos que hoy por hoy se sorteaban en una vida incierta, con un par de chicos que apenas y se sostenían en sus piernas, hombro a hombro, siendo ella el tercero añadido su ritmo de vida.

Poco entendía de un idioma ajeno, pero a cambio podía percibir parte de las emociones en él, en Kaalia misma— Kaalenka mal —dijo, obviando en estado de la rubia. Sin embargo despejó muy pronto aquello, así que se acercó, deslizándose sobre la mesa, un tanto entusiasmada con el guisado, casi esperándolo con ansías— ¿Poder? —¿Puedo? quiso decir, extendiendo su mano al cuchillo para intentar ayudar.

No hubo palabra que saliera de sus labios ante la mujer que le abandonaba con obvia ligereza, dejándola en esa mesa sin una explicación o razón aparente. De ahí que sus ojos se abrieran en súbita sorpresa al repetir aquella palabra que al parecer guardaba gran significado entre ambos adultos.
Pero ella era ignorante de tal estado, siquiera tenía claro el rumbo labrado por aquello, y tampoco podría imaginarlo, no hasta rescatar una que otra palabra que le era dirigida.
Escuchaba atenta a Andi, encogiéndose apenas esa mano llegó a su cuello, obligándola a emitir un remedo de risilla fresca e infantil, inocente.

— D-Dolor ... Нет <no> —musitó lo último casi como una petición, comprendiendo la palabra en carne propia. Pese a tan corta edad, conocía de sobra el dolor— Никогда! <Nunca!>—dijo con el tono más alto y firme, habría de resaltar el hecho de verla con más soltura y determinación: Quizá como las serpientes.

femenino, jugando como si fuese su palma la mandíbula del reptil-

Y la única forma de sobrevivir a ese dolor es encontrando gente que sea como tu, como yo, como ella...

Sabes que de nada sirve, los problemas no se solucionaran, pero al menos por un rato olvidas tus problemas...¡Y ahora, comeremos un gran guiso!

-Le observó irse, sabía que era difícil, sabía que dolía hasta los cimientos del cuerpo el sufrimiento siendo exprimido por los poros. "Pero Dios sabe muy bien que el sufrir es en definitiva lo que nos demuestra que seguimos vivos..." Andi observó a la rubia buscando tomar aire, sabía que no debía molestarla al pensar ni al intentar mostrar su dureza, en definitiva dureza de ambos humanos. Retomo con atención el filo de cuchillo, negandole con el rostro a la niña para que le dejará en paz. Utilizo la herramienta para continuar cortando verdura sobre el tablón de madera y colocandolo en la olla-

Quizás un día entiendas Moka, espero que entiendas antes mi lengua, si te soy sincero...

-Se reía acidamente para evitar que la menor asociara está situación con algo triste, quizás inevitable pero aún así su tonta sonrisa así lo demostraba-

Que el dolor siempre estará ahí para morderte como una serpiente, cuando menos lo esperes...

-Usaría su mano libre para llevarla al cuel

Absolutamente nada. Fue impulsivo apenas escuchó

"quizás hasta algún día tengas una en tu piel ¿Te gustaría?"

No era grave. No lo era, pero aún así le hizo mella, porque era metafórico el peso que en ello veía, y escapar de ello fue su mejor opción.

La niña quedó en silencio al ver a Kaalia salir sin más, volviendo luego la mirada a Andi desconcertada, sin entender absolutamente nada.

— Змея... —repitió en su idioma natal, sin saber todo lo que había detrás de tan simple palabra.

Sostenía a la niña en brazos, manteniéndola en su regazo de una forma jamás pensada, tan frágil que sentía el deber de no soltarla, sobre todo al escuchar a Andi, porque en sus palabras había un trasfondo que tentaba a la melancolía casi con dolor.
«Змея»
Una simple palabra que marcó su destino desde su nacimiento, nació de una, vivió con una... Se convirtió en una serpiente por igual.

Exhaló muy quedo, en silencio, no era para tanto el tema y aún así le removió los cimientos de ese mundo tortuoso, del pasado que se aferraba a su espalda a pesar de haber cambiado de vida.
Por ello, en un acto espontáneo soltó a la niña, dejándola a un costado sobre la mesa, saliendo de la cocina sin decir palabra alguna, sin mirar ni mediar...

Es eso. Le debe temer a lo que no entiende, o quizás a lo que cree peligroso. -Mantuvo la calma ante aquella cuestión. Prontamente dejó el cuchillo y dejó de cortar la comida, anunció con sus ojos la mirada contraría. No sonreía al igual que ella, sino que se mantenía serio.- Las serpientes, vives con unas. Soñaras con ellas, vivirás con ellas también, quizás hasta algún día tengas una en tu piel ¿Te gustaría?

— ¿Crees? —cuestionó más al aire, una mera duda en alto que tomó forma en sus ojos fijos sobre la niña, tomándola en brazos para sentarla sobre sus muslos, dejándola a la altura de Andi, pues yacía sentada en el mueble de la cocina— Mira, es sólo una serpiente. —le señaló, la niña miró de reojo, tomando confianza poco a poco hasta estirar su mano al brazo de Andi— Змея.