Claro que valdrá la pena. Asumió con impetuosa seguridad. Andi estaba firme en su lugar; Un ladrón dando cátedra de como vivir, la ironía máxima para muchos pero Kaalia sabía a que se refería, ese impulso primigenio de intentar hacer de alguien que estimas el mundo un poco mejor. Es un sentimiento básico que recorría el cuerpo de Andi, también su mente una vez limpia del sudor de las drogas, de las malas vidas y de las malas compañías. Aseguro ante ella, su secreto al decirlo no hizo más que incitar a la cercanía, el pandillero se acerco a Kaalia y le aseguró mientras se ponía a su lado.

No dudo en acercarse, arrinconarla contra las bebidas, haciéndolas temblar con absoluto cuidado sin dejar caer ninguna pero si generando esa tenue vibración. Andi se mostró juguetón como siempre, besando con suavidad sus labios, elevando su diestra para depositar ahí una pequeña muestra de cariño.

Confía en mi, confiaste en mi cuando estaba peor y podrás hacerlo ahora...