Le confundía, le hacía sentir extraña, le hacía sentir...querida. Morgan no era para nada popular después de que el secreto que Uther guardaba fuera revelado en su lecho de muerte, muchos cuidaban demasiado lo que decían cerca de ella o simplemente guardaban silencio. Estaban educandola para vivir en las sombras y aún así su hermana luchaba tanto porque no fuera así. Suspiró y una muy tenue sonrisa se dibujo en sus labios asintiendo con su cabeza. —Promesa. Te veré para la cena. —
Al menos era un pequeño avance. Sacar a Morgan del castillo y llevarla a un lugar lindo le provocaba una gran alegría y una ilusión indescriptible que no tardó en reflejarse en su rostro. —Será el mejor paseo, hermana, lo prometo.— Ahora fue ella quien sujetó sus manos, y las levantó lo suficiente para besar los nudillos de cada una de ellas. —Ahora... Debo firmar papeles y más papeles.— Respiró profundo, aquéllo era en demasía aburrido. —Pero te veré para la cena, ¿Verdad?
¿Se daba cuenta del dolor que provocaban sus palabras?, No, ni siquiera Morgan comprendía porque se clavaban en lo más profundo de su alma haciéndola agonizar. Cuando Uther confesó su secreto Merlin ya había postrado como Rey a Altria. La diosa sabía porque hacía las cosas y debía confiar en eso pero dolía. Se encogió de hombros y apartó las manos de su hermana para sujetarlas con las propias. —Vayamos a la cascada un día, me gustaría verla. Prefiero la naturaleza a el bullicio del pueblo. —
–¿Por qué el sol nos da su luz y calor, Morgan?– Preguntó como si la respuesta que ella buscaba fuese demasiado obvia. Hizo que de nuevo moviera su rostro, no deseaba que se sintiera avergonzada de quien era, de su sangre... Uther había cometido un error que Altria sentia responsabilidad de enmendar. –Eres una Pendagon sin importar quién ha sido tu madre, y como Pendragon serás respetada. Nos criamos juntas y después de todo lo que pasó después de la muerte de padre... Quiero mantener a mi lado a mi única hermana ahora que la he encontrado.
¿Podía culpar a Altria de lo que le pasaba?, ¿Realmente su desgracia era por ella?.Había imaginado un sin fin de crueles torturas para hacerle pagar pero...¿Que cuenta estaría saldando Morgan si fuese así de fría?. El único responsable de su dolor era Merlin, no su hermana quien seguía insistiendo en arrastrar a la hechicera a su mundo. Desvió la mirada, no pudo sostener la contraria pues, lastimaba. — ¿Por qué insistes tanto?. — preguntó encogiéndose en su lugar, Morgan aún era joven y a pesar de su inteligencia era débil a su hermana, a su amabilidad.
—¿Te confieso algo? A mi tampoco me gusta.— Aprovechó que su hermana estaba sentada y al fin podía verse más alta y acunó su rostro entre sus manos, haciendo que alzara su mirada hacia ella. —Debes salir algún día, Morgan... Quisiera llevarte a ver tantos lugares, podríamos cabalgar por horas hasta la cascada de Avalon... ¿Sabías que dicen que ese lugar es una de las entradas al jardín? Y que con la magia correcta puedes abrirla...— Dijo suavemente, acariciando su mejilla con el dedo pulgar. —Quizás ahora sea complicado para nuestros súbditos comprender que padre tuvo otra hija. Pero te amarán tanto como yo. Se que lo harán... mi hermosa ave enjaulada...
Y como era de esperarse era cuestión de una pequeña pregunta para que su hermana con energía comenzará a hablar de sus aventuras. En ese momento se cuestionaba si realmente guardaba silencio alguna vez o si alguna vez consideraba separarse de Morgan por más de un día. —Te conocen y se niegan a pagar. Aún eres muy joven pero te has ganado su cariño. — Acomodó un mechón de su cabello y respiró profundamente. — No me gusta la cerveza, así que no encajaría en ese lugar. — Además de que la gente no le veía de igual manera que a su Rey. —Parece que no les agrado. Así que estoy bien aquí, hermana. Con las historias que narras.—
Desvió la mirada por un segundo. —Bueno... Necesitaba algunas cosas para mis estudios y Kay se ofreció a cargar mis bolsas. Aunque las puedo cargar yo misma... Pero me da ternura y no pude decirle que no. A veces es frustrante que los mercantes no dejan que les pague nada.— Suspiró. —D-Después me llevó a la taberna a tomar una cerveza...—Aquélla bebida no era de su gusto, pero no podía dejar caer a su Cabellero. —¡Morgan, es todo tan alegre! Deberías venir con nosotros algún día.
Se había vuelto básicamente inseparable de Morgan y en cada oportunidad de escape le traía recuerdos e historias. — Puedo saber...¿Que hacías en el pueblo? — preguntó asegurando la flor en su cabello y mirando a la menor con curiosidad, estudiaba sus reacciones, si algo llegase a ocultar, lo sabría en un latido.
