Roja como tomate. Alex se lo había dicho de alguna manera, la amaba, la amaba tanto que se le salio aquello tan sincero y directo, no habían hablado de sus sentimientos de la una a la otra. La azabache alcanzó abrazarla también.

— Entonces... puedes confiar en esta loba, cuidara de su Cordera.

Su rostro estaba cercano al de la más baja, Alex observaba aquel rostro gentil, dejo una caricia en su mejilla teniendo la punta de su nariz con la de la castaña.

— ¿Es obvio no? ... Que te quiero cuidar.

El pulgar dejo una nueva caricia al pómulo ajeno rompiendo aquella poca distancia en un beso uniendo sus labios con los de ella de forma suave y tierna.