—Tengo una regla, no niños menores de quince o ancianos indefensos. Después de ahí sólo dame nombre y dirección.

Caló profundo, ya con el cigarro a punto de consumirse. Aless no dejaba de verla, no sonreía, nada. Ceñido con lo que parecía ser un trabajo.

Siguió con la mirada la caja, dudo en centrarse en ella pero al final lo hizo, igual le miró fijamente, no sabía por dónde empezar

—¿Golpeas niñas? — una mirada perversita se reflejo en ella.

—¿Un favor? —afiló la mirada, cambiando de su insolencia a una seriedad en cuestión de un santiamén—, siéntate y dime qué es ese favor que te estoy debiendo.

Puso para ambos dos cajas para cervezas que serviría de asientos. Él se puso frente a ella, casi ni pestañeaba por seguirla con la mirada.

— Pero que pedazo de patán insolente eres ...¡Jah! Brincos dieras por qué me acostara contigo y el día que eso pasara yo limpiaria hasta tu impura alma... Iuk! — giro solo ¾ cruzándose de brazos — No vengo a cobrar dinero, vengo a cobrar un favor pero ni siquiera me recuerdas.—

—Fuck, niña —dijo exasperado, ni un cigarro se podía fumar a gusto—, sí me conociste drogado deberás empezar de nuevo. Solamente no me digas "Bienvenido al mundo del sida", que será una mañana de mierda sí me contagiaste algo.... Aunque prefiero eso a deber dinero.

Se sentía indignadisima al no ser reconocida , boquiabierta le miró de pies a cabezas ¿Pero quién se ha creído esté?

—No sabía que te ibas memoria de corto plazo. Y no me dirás qué hacer, no olvides eso.—

—....¿Y quién sos? En mi vida te he visto. —Mostró una mirada molesta, hasta dejó el cigarro de lado para encararla—, oe, no te metas en problemas dónde no los tienes, niña.

—A veces quisiera odiar esa cara de engreído que tienes.