No iba a responder, en primer lugar sería mucha información personal. En segunda no quería. Sin embargo parecía que los planes de Liz eran otros, lo tomó del mentón y forzó a que alzara la cara, se acercaba tanto como pudo en aire demandante y aunque él no se inmutó debía admitir que ese porte daban autoridad. Estaba vulnerable. Entonces sacó la lengua.

—Bleh, no me malentiendas, no soy como esos malditos emos suicidas que lloran por todo. No busco matarme, pero las cosas que hago pueden hacerlo, puedo morir, quizá en cualquier momento. Morir no me da miedo —Dio una pausa entonces, mirando a los alrededores, parecía observar a alguien—, y no puedes matarme, Liz. Quizá no sea mucho como otro juguete especial pero sé que entretengo.

¿Quiénes dos? —inquirió inclinando el rostro y acortando el espacio entre ellos dos. Liz buscó tomarle el mentón con firmeza pero sin intención de arañarle la piel, solo para hacerlo mirarle a los ojos.— Tienes una mirada tan fría y vacía, es como si tu alma estuviera gris. Es como... —respiró profundamente, entrecerrando sus ojos— Como si de verdad no quisieras vivir... Escucho a tantos decir que quieren morir, pero patalean en el medio del mar. ¿Quieres morir, Aless? ¿Es lo que deseas de verdad?

—Ummm, debes ser como esos dos —Dijo, más para sí mismo que a ella—, no sé a qué torturas, pero ha bastado incesantes golpes con una para oír gritos de dolor. ¿Que envidia? No lo sé.

Volvió a calar, ya ahora su cigarro se había acabado, dejando que la chinga muriera sobre su brazo izquierdo, apenas mostró indicio de molestia.

—No, el casco es molesto, me gusta más así. Sí muero, que así sea.

¿Bola de boliche? —se rió, soltando una carcajada sincera y espontánea que le iluminó el rostro pálido y frío —Eso ni duele, no tiene punto si no duele. Créeme que una bala sale más barato para desahogarse que una botella de ron. Y bien... Qué bueno que te funcione. ¿No te llevaste nunca el casco? Te vas a romper el cuello si no lo llevas.

—Gastas balas en mierda. No es la manera de romper las piernas, eh, eh, la próxima procura usar una bola de boliche y tírala con fuerza sobre sus piernas. Gritan bien.

Caló de nuevo, pero esta vez tosió por inercia, el humo lo estaba ahogando.

—Gkkk, ah, ¿Tu moto? La sigo usando, resultó ser bastante divertido manejar una de esas.

Eso hice, dos balas, una en cada pierna, y aún así logró huir de mí. Ah, es una lástima, pero encontraré alguien más... Por cierto, ¿qué has hecho con mi moto?

—Tanto amor que duele, me gusta esa idea —Caló profundo hasta que sus pulmones no pudieron más—, quiere tanto, que incluso debas romperle las piernas para que no huya de ti.

Demente sí, probablemente. Y es que tengo un problema, no sé querer sin violencia, y lo malo es que quiero mucho, pero mucho mucho.

—Bleh, pero tú disparas cuando estás celosa. Si soy dramático, ¿Qué eres tu? ¿Demente? Umm.~ Quizá.

¿Tanto así? Eres puro drama.