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Un corte más profundo de lo normal, lo cual la inquieta de forma visual; sin importarle el lugar, se arrodilló en el suelo solo para observar mejor aquella herida, tocando cuidadosamente con los dedos para corroborar su hemorragia.

—¿Cómo es que sigues de pie? —Cuestionó, al seguir con la mirada la línea de sangre desde su herida, su pantalón, el suelo dónde estaba parado. Se llevó la mano al bolsillo de su falda oscura, sacando un parche grueso de celulosa, que pegó en su herida con la mano, haciendo presión. —Sosten esto. Tenemos que entrar o vas a desmayarte.

Sin esperar respuesta, tomó su brazo para jalarlo dentro del edificio de ladrillo sucio, la puerta de servicio, la que solía utilizar para atender a sus clientes nocturnos. Tenía ya el rostro ruborizado, al sentir celeridad por nerviosismo.
—También es un gusto verla, Doc.~ —En voz almibarada, casi jadeante. Por supuesto que estaba cansado.

Recargó su espalda a la pared de aquél callejón, sacando de los bolsillos un cigarrillo. Las ropas manchadas de sangre ya eran costumbre. Heridas que permitía por parte de sus víctimas solo para tener una excusa más. Sonrió divertido por ese último comentario, era obvio.

—De hecho me estoy desangrando, vine por tu asistencia —Anunció subiendo el abrigo, tenía un corte un poco más allá que superficial en su costado izquierdo.
Cerró los ojos en una mueca que parecía de frustración, frunciendo suavemente el ceño; sin embargo, al referirse a él, la emoción había trascendido hacia unos cuantos días... Y le causaba emociones que no era capaz de procesar, o demostrar.

—Estas goteando sangre. —Dijo finalmente en esa letanía que tenía para él. —¿Estás herido o solo querías una toalla? Porque no salgo por nadie a esta hora, deberías sentirte agradecido.

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