Denotaba algo de diversión su voz pero era apenas perceptible, los cigarrillos de ambos eran el único destello de luz que sutilmente se abría paso entre la oscuridad, pero las palabras de Alessandro la sorprendieron, esperó apenas un minuto para saber si bromeaba pero al ver la forma en que fumaba su cigarrillo la hizo darse cuenta que decía la verdad. Encendió la luz pero esta vez en un nivel más bajo y apuntando hacia otro lado iluminando el lugar donde estaban, tomó asiento a su lado dejando un pequeño espacio entre ambos.
—¿Estás bien?—. Le ofreció la cajetilla de nuevo, en caso de querer otro.
—Agradece que no te cobro por ver todos mis trucos.
Suspiró viendo hacia la oscuridad, lo único en frente suyo era el cigarro estilando la luz que se iba consumiendo al compás que su adictivo dulce. Estando así sentía el frío en sus huesos, casi en abrumador silencio, indefenso ante el denso vacío.
—Zylith, enciende la luz. Me da miedo la oscuridad.
Replicó en tono calmado, pero su cigarro comenzó a consumirse con anormalidad, una calada se llevaba casi la mitad del tabaco.
Observaba con una pequeña curiosidad al azabache mientras buscaba lanzarle algo a la luz para apagarla. Por un momento le resultó divertido pero rápidamente se aburrió, suspirando y apagandola dejando a ambos en una oscuridad que era sutilmente iluminada por los cigarrillos.
—Eres un estuche de monerías—. Dijo recargandose en la pared para observar el cielo oscuro.
Aquél juego con las lives sí fue en definitiva un martirio. Sentía que lo dejaba cegado por brevedad, y como no quería levantarse tomó sus zapatos y lo tiró hacia la fuente en busca de romper la bombilla, tirar lo que fuera que sostenía ese aparato infernal que no lo dejaba tranquilamente aterrado entre la oscuridad.
—Soy lo que quieras, menos real. —Dijo ya sin tomarle tanto interés al debate, tan sólo siguió fumando con la mirada perdida al frente.
—Agradezco que no quieras intentar nada conmigo. Me parece un alivio que te parezca poco atractiva—. Suelta una seca risa al escucharlo. —¿Guapo? Eres horrendo—.
Da una calada a su cigarrillo, ahora comienza a encender y apagar la luz varias veces esperando joderlo más.
—Soy la única que te lo dirá para tu desgracia, querido—.
—Eso es muy diferente, me das asco. ¿Crees que me atrevería a pensar en cosas cochinas contigo? Ni hablar. En cambio tú seguramente sí debes pensar eso de mí. No te culpo, soy muy guapo.
Toma el cigarro, pero no le hacen mucha gracia. Él prefiere los suyos, esos alterados que tienen efectos sorpresas. Definitivamente son más su estilo.
—Lo dice el pervertido que se mete a mi baño cuando estoy medio vestida—. Mantiene la luz sobre él mientras saca un cigarro, ya se le había hecho costumbre hacerlo cada vez que se veían. —Y también te amo—. Arruga la nariz y rueda los ojos al decirlo.
—Te amo —Lo que era su equivalente a decir que la odiaba—, estoy empezando a creer que estás obsesionada conmigo y buscas tomarme fotos de buena calidad. Pervertida astuta.
