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「 Drama | Avant-Garde | Comedia | … | Pues de todo un poco [?] 」
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BlackDahlia · 100+, F
BlackDahlia thinks you are Clumsy.
BlackDahlia · 100+, F
Casi me matas en esa avalancha de likes, ¿Acaso quieres acabar conmigo?
User1581738 · 18-21, F
Veo que tengo un fan ¿Te gusto el concierto de aquella noche?
C1580994 · 100+, F
C1580994 thinks you are Charming.
Kymsu · 22-25, F
YuiK1533361 · 26-30, F
El sol estaba por esconderse en el firmamento. Esa tierra que hace una década no era más que una localidad rural sosa, un punto olvidado de Japón, hoy gozaba de gran población y su aburrido gris se mezclaba con dejos de vida y sofisticación. Los motivos por su cambio demográfico hablan de desastres naturales, mas son detalles dignos de ser contados en otra ocasión. En medio de la ciudad se alzaba un templo, que se sabía a viva voz se sabía estaba acordonado; nadie podía visitarlo por las desapariciones de transeúntes y enigmáticos hechos de violencia ocurridos años atrás, y sus predios aledaños residenciales y de parque no parecían estar habitados y menos ser visitados...

[code]... Excepto por esa silueta.[/code]


Una joven que no parecía pasar de los veinte años, de efigie menuda y enjuta se hallaba de pie junto a una baranda en lo alto de una escalinata, en esos terrenos que colindaban con ese peligro silencioso del santuario. La larga gabardina azul marino que envolvía su cuerpo frágil flameaba al viento conjuntamente a su cabellera celeste claro arreglado pulcro, en recto corte hasta los hombros. Katai se encontraba sobre poderosas botas de fino tacón negro y punta fina, de espaldas a la acera y banca que bordeaba la subida. Llevaba el semblante hacia un costado, como mirando el primer escalón que la llevaría al resto de la urbe, siendo su perfil visible en suaves facciones y piel tan blanca como la de una europea, mas sus ojos no se apreciaban producto del flamear de su flequillo. Sus manos desnudas estaban aferradas a la baranda fría justo detrás de sí y si se tenía la suficiente perspicacia, se podría deducir que tras esa postura resuelta, ella titubeaba.

Su actitud, sus maneras sin embargo la evocaban envuelta en silencio, mas lo único que resonaba en su mente eran sus disyuntivas, muy propias de una joven de su edad... quizás.

Abrumada por su propia humanidad, Aoi Inja, "La Ermitaña Azul", "aquella que se esconde del mundo para no embrujarlo" según los ancianos supersticiosos de la localidad, se aferraba a la idea de llegar hasta allí, de no avanzar un paso más, y sus motivos yacían tan escondidos como el brillo de su mirada.

Pero todo ello se quebró, sus hombros se tensaron y el rictus agrio en su rostro se reconstruyó en escasos segundos cuando escuchó a viva voz las divagaciones de un extraño. Volteó apenas para poder verlo de soslayo y más que nunca creyó que era buena idea mantenerse allí, como un ente gris más para no llamar la atención. No era su idea entablar charla alguna, por lo que comenzó a idear planes para zafarse de la situación.