31-35, M
Un vampiro de estado de animo sombrio y mal humorado
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Freyja1560577 · F
**Giorgiana observaba intrigada a los ocupantes del carruaje, bajando uno a uno del transporte mientras ella los observaba desde el balcón. La primera dama en descender, le pareció tan exquisitamente hermosa, como las damas de las novelas que solía leer a escondidas, las joyas de su cuello y muñecas titilaban al cálido fulgor de las antorchas y las linternas del interior de la finca.
Luego una señorita, igual en belleza y distinción, bajaría del carruaje. Miró hacia arriba, donde Giorgiana observaba a los recién llegados, sorprendiendo a la mujer que retrocedió un poco para ocultarse, sin embargo, al ver salir al varón, sintió un vuelco en el corazón
—Es... él... —Musitó Giorgiana en voz muy baja, sintiendo su cuerpo temblar ante el recuerdo de lo que había ocurrido en el callejón, la adrenalina incluso recorrió todo su ser, ante instinto de supervivencia que le decía a gritos que saliera corriendo de ahí.
Pero no lo hizo.
No lo hizo, por la simple razón de que aunque estaba segura que se trataba del mismo hombre que había partido a la mitad a otro con solo su brazo, no le había hecho daño a ella a pesar de estar justamente ahí, a disposición de ser aplastada como un insecto.
Contuvo el aliento y retrocedió otro paso, alejándose del balcón, pegando la espalda en el frío muro de piedra para recargarse.
Era él... y ahora podría obtener algunas respuestas... tal vez**
Luego una señorita, igual en belleza y distinción, bajaría del carruaje. Miró hacia arriba, donde Giorgiana observaba a los recién llegados, sorprendiendo a la mujer que retrocedió un poco para ocultarse, sin embargo, al ver salir al varón, sintió un vuelco en el corazón
—Es... él... —Musitó Giorgiana en voz muy baja, sintiendo su cuerpo temblar ante el recuerdo de lo que había ocurrido en el callejón, la adrenalina incluso recorrió todo su ser, ante instinto de supervivencia que le decía a gritos que saliera corriendo de ahí.
Pero no lo hizo.
No lo hizo, por la simple razón de que aunque estaba segura que se trataba del mismo hombre que había partido a la mitad a otro con solo su brazo, no le había hecho daño a ella a pesar de estar justamente ahí, a disposición de ser aplastada como un insecto.
Contuvo el aliento y retrocedió otro paso, alejándose del balcón, pegando la espalda en el frío muro de piedra para recargarse.
Era él... y ahora podría obtener algunas respuestas... tal vez**