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Yuki2104 · F
La vida eterna pierde significado, cuando la misma te quita las motivaciones para mantener el interés en ella. Hacía mucho tiempo que solo vivía entre los mundanos, aburrida de su existencia al haber logrado siglos atrás, su venganza en contra de la mujer del ejército del cielo que le arrebatara la felicidad de su vida como mortal.
Seres sobrenaturales se cruzaban en su camino y ninguno permanecía demasiado tiempo en su vida como para conservar su interés o siquiera considerarles en un lugar privilegiado en sus recuerdos: Polvo al viento.. nada más.
Ahora el poder, la ambición por acrecentar el poder que ostentaba y que le fuese otorgado al sellar un antigüo y demoniaco pacto con una hermosa y albina mujer, Yuki Prakliaty se había enfrascado en la búsqueda de viejos grimorios, de artes oscuras, la alquimia y la física en busca del método correcto para lograr este fin. En su búsqueda, encontró un viejo libro con nombres, que Lyanna mantenía resguardado en la bliblioteca de su familia y que sin consentimiento, Yuki hojeó en una aburrida noche de tormenta.
Dicho libro contenía los nombres de Ángeles y Serafines que fuesen exiliados y olvidados en el tiempo, algunos pagando crímenes en contra de Dios, y algunos otros en contra de su propia familia.
Traspasó cada nombre, desde la A a la Z, hasta que una imagen en particular llamó su atención. Una jovencita pelirroja de brillantes ojos que le miraba desde el roído y amarillento papel y que parecía triste. Había sido confinada en una prisión hacía miles de años e ignorante de su tragedia, creería que aún continuaría encerrada ahí.
—...Alaia... —musitó Yuki con una sonrisa maliciosa en los labios. Ya tenía el plan perfecto para su propósito. Aniquilaría uno a uno a aquellos caídos y se apropiaría de su poder, con el fin de adquirir la energía que ambicionaba.
—Seguramente los años te han tratado mal... mmm? —susurró con fingida pena, mientras deslizaba la yema del dedo índice sobre la imagen de la mujer de melena escarlata —No te preocupes... yo misma te sacaré de ese sufrimiento... y me apropiaré de tu alma... —
Seres sobrenaturales se cruzaban en su camino y ninguno permanecía demasiado tiempo en su vida como para conservar su interés o siquiera considerarles en un lugar privilegiado en sus recuerdos: Polvo al viento.. nada más.
Ahora el poder, la ambición por acrecentar el poder que ostentaba y que le fuese otorgado al sellar un antigüo y demoniaco pacto con una hermosa y albina mujer, Yuki Prakliaty se había enfrascado en la búsqueda de viejos grimorios, de artes oscuras, la alquimia y la física en busca del método correcto para lograr este fin. En su búsqueda, encontró un viejo libro con nombres, que Lyanna mantenía resguardado en la bliblioteca de su familia y que sin consentimiento, Yuki hojeó en una aburrida noche de tormenta.
Dicho libro contenía los nombres de Ángeles y Serafines que fuesen exiliados y olvidados en el tiempo, algunos pagando crímenes en contra de Dios, y algunos otros en contra de su propia familia.
Traspasó cada nombre, desde la A a la Z, hasta que una imagen en particular llamó su atención. Una jovencita pelirroja de brillantes ojos que le miraba desde el roído y amarillento papel y que parecía triste. Había sido confinada en una prisión hacía miles de años e ignorante de su tragedia, creería que aún continuaría encerrada ahí.
—...Alaia... —musitó Yuki con una sonrisa maliciosa en los labios. Ya tenía el plan perfecto para su propósito. Aniquilaría uno a uno a aquellos caídos y se apropiaría de su poder, con el fin de adquirir la energía que ambicionaba.
—Seguramente los años te han tratado mal... mmm? —susurró con fingida pena, mientras deslizaba la yema del dedo índice sobre la imagen de la mujer de melena escarlata —No te preocupes... yo misma te sacaré de ese sufrimiento... y me apropiaré de tu alma... —