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— Debí traer la sombrilla, pero estaba muy bonito el día, no pensé que llegara a llover. Lo siento.
 
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— Ya lograrás determinar hasta que punto puedes ser flexible. —Se encogió de hombros con tranquilidad ya agradeció el poder volver a casa sin haber discutido demasiado. Siempre tenía algún desacuerdo, pero intentaba ser cada vez menos mimada y comprender que no podía tener todo lo que deseaba en la vida. Salió del auto dando un pequeño agradecimiento al chófer y se adentró en la propiedad. Imitó la acción de secarse los zapatos y lo miró con reprobación cuando estornudó, por decir que no era nada.— Deja las bolsas en el recibidor, después las subiremos, ahora lo primero es que vayas a la cocina a que te preparen algo que evite un resfriado. La salud no está en discusión. —Se encaminó a la escalera y ante en el tercer escalón se volvió.— Yo me iré a duchar, descansa Regulus y gracias por acompañarme.
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— Mucho va contra mis principios. Pero creo que podré lidiar con ello. —Analizó la situación, le pareció un poco curiosa la forma en la que todo se hacía cada vez más confuso e igualmente claro. Siempre dependía de los ánimos de su explicación o cuán dispuesto él estuviera para dejar de lado sus ideales. Se mantuvo en espera, en silencio, al menos hasta que el auto se detuvo fuera de la casa. Reconoció la fachada y allí se encargó de juntar cada una de las bolsas que tenía en el auto para así bajar por su lado de la puerta, no sin antes entregarle la suma en efectivo al conductor. Fue a la otra puerta, para abrirle a Akemi antes de dirigirse hacia la casa. Se secó los pies en el tapete de entrada, y una vez que dentro avanzó unos cuatro o cinco pasos, soltó un fuerte estornudo que le hizo tirar algunas de las bolsas al tratar de cubrir su nariz.— Ya estamos.. En casa.
— Cuando yo te pido algo, no tienes que estar de acuerdo siempre, piensa en si es o no correcto para ti, si va o no en contra de tus principios, de esa forma vas a saber que quieres o no quieres hacer. —Comentó con lentitud, algunas cosas que eran naturales para ella, él no las comprendía, de ahí venían algunos de sus conflictos más grandes. También donde intentaba sacar su lado maduro y ayudarlo, estar con Regulus la había hecho crecer mucho.— Eso está bien. —Afirmó escondiendo cualquier desilusión, ahora en verdad agradecia tener ese rostro tan neutro o estoico, era difícil detectar lo que en verdad sentía. Suspiró de alivio cuando vislumbró la entrada y le hizo algunas señales al chófer para que se detuviera en ese lugar.— Igual ya hemos llegado, madre debe estar preocupada.
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— Es solo que aún no entiendo cuando Hanamiya-san quiere que haga algo o cuando debería hacerlo por decisión propia. Que me dé la opción de elegir y al mismo tiempo me pida algo es... Confuso. —Trató de explicarse, de la manera en que lo encontró más fácil aunque seguía siendo igual. Confuso. Hizo una pausa en la que meditó. ¿Era correcto? No. Así que solo suspiró— En ese caso no lo haré. No es correcto para mí. —Parpadeó, lento, tratando de analizar sus propias palabras y entonces también miró la ventana. Solo durante unos instantes en los que se sintió tan lejano a lo que realmente era. Extrañaba los prados verdes y la brisa de su fiel transporte equino entre las batallas y las visitas a la ciudadela.— Está bien, Hanamiya-san. Confío en usted.
— ¿Contradictorio? —La pregunta dejó sus labios antes de que se detuviera a pensar. Le causaba curiosidad porque siempre le había dado la oportunidad de oponerse a las cosas o elegir lo que deseaba hacer. Era realista al admitir que en ocasiones se frustraba o se llegaba a enojar por no obtener la respuesta deseada, pero respetaba los deseos del hombre al final.— Estaba bromeando cuando te lo dije, en realidad me esperaba el rechazo desde el inicio por eso me sorprendí. Si crees que no es correcto, no lo hagas, así es como funciona, Regulus. —Devolvió la mirada al paisaje y se alegró por dentro de que faltara casi nada para regresar a casa, unos diez o quince minutos más de viaje y podría ir a esconderse en su habitación a repasar lo que le había sucedido y quizás anotar en su diario la frustración.— Entonces tenemos un acuerdo. No me voy a aprovechar o intentar hacer trampa, lo prometo.
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— Es algo contradictorio. —Así lo pensó. Había ocasiones donde tenía que hacer lo que ella quería, ahora le estaba dando la libertad de elegir. ¿Cuál era la opción que realmente no generaría un conflicto? Si tomaban la ducha juntos ella estaría satisfecha, sino lo hacían probablemente se enojaría. Pero ahora era una broma, ¿qué clase de broma era esa?— Para ser una broma es bastante confusa. Pero tomar una ducha con Hanamiya-san... No sería correcto. —Argumentó y frunció el entrecejo, aún se debatía más por elegir lo que ella realmente quería por sobre sí mismo. Miró las bolsas, habría demasiados objetos que obtener y, con el tiempo, aprendía que la hacía enojar casi siempre con uno solo tema: Mirarla.— Está bien. Pero no lo aceptaré si la razón es infantil o injusta. ¿Bien?
Negó varias veces con la cabeza, con el tiempo había aprendido a ver cuando existía una contradicción con lo que él decía y pensaba, sería un poco bonito que en verdad aceptara una propuesta de ese tipo, pero no podía aprovecharse de su desconocimiento para conseguir lo que quería, no era así.— No está mal y nadie saldrá herido. —Retomó el punto pero finalmente solo suspiró.— Pero estaba bromeando, no tienes que hacer nada que no quieras, ya te lo he dicho. —Se mordió el labio inferior y bajó la mirada hasta su regazo donde varias bolsas reposaban, ella siempre era la que iniciaba los contactos y él la seguía, pero no había visto algún momento donde él lo hiciera por genuino gusto.— Hagamos esto, cada vez que me hagas molestar, vas a aceptar una de las cosas de estas bolsas ¿Te parece? —No quería usar ninguno de esos métodos pero odiaba que el no quisiera recibir los gestos de cariño. Era increíble que no se diera cuenta de que en casa lo veían como si fuera parte de la familia.
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— Supongo que no habría problema en ese caso. Nadie saldrá herido, ¿verdad?—Murmuró. No estaba del todo seguro sobre la respuesta que él mismo daba en ese instante, pero parecía tener algo de sentido. Ello no quitaba el hecho de que siguiera siendo "inmoral" al no existir un vínculo más profundo entre ambos.— Pero no necesito que hagan nada por mí, puedo valerme hasta donde mis conocimientos me lo permitan. No necesito nada más. —Insistió, era incómodo cada vez que la señora regresaba a casa con algún obsequio, así fuera pequeño, para él. No sé creía merecedor de ellos, no sin hacer algo que considerara excepcional. Una gran hazaña digna de esa clase de reconocimiento. Miró por la ventana, aún permanecía nervioso de la similitud que existía entre la madre y su hija. Suspiró y se concentró por un momento en mirar el teléfono. Respondió algunos mensajes porque consideró aquello estaba bien y así, relajado, pudo reírse sólo un poco de los textos.
— El concepto del bien y el mal son bastante ambiguos, yo creo que si algo no le hace daño a nadie está bien. —Por un instante perdió el sentido de la conversación y se puso filosófica, pero retomo la idea central después de agitar la cabeza tan solo un poco y de forma casi imperceptible.— Es solo una inocente ducha, no le vas a hacer daño a nadie. —Revelar que fue tan solo una broma a esas alturas se le hizo un poco innecesario, quería ver que tanto se arriesgaba el chico.— Por eso mismo, mis padres lo hicieron, yo también quiero hacer cosas por ti. —Bajó la mirada y dejó su imitación, aunque no pudo negar que fue divertido el estado en el que puso a Regulus, no sintió ganas de reír.— Eso es muy poco, pero lo considero una pequeña victoria. Ya después encontraré la forma de que aceptes el resto.
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— Pero, ¿eso estaría bien? —Preguntó, el ceño fruncido denotó lo extraño que le parecía, incluso lo irreal de ello. Solo habían compartido la piscina un par de veces, aquello debía ser algo más personal. Más íntimo. La idea no le causó desagrado, no totalmente, pero no era correcto, la exhibición corporal era algo que debía reservarse para la intimidad, para la vergüenza.— Pero lo hago porque en parte es mi deber, Hanamiya-san. Suficiente es para mí que sus padres me hayan aceptado en su hogar, no nevesito... —Quedó en shock. El parecido entre las acciones y la voz le abrumó al punto de sentirse realmente incómodo. ¿Cómo decirle que no si sentía estaba delante de la señora del hogar? Tembló en su lugar y el movimiento fue bastante notorio, especialmente cuando apartó la mirada.— N-No... Pero aceptaré solo uno... Este. —Añadió, le mostró la esfera de dinosaurio y aún permaneció sin mirarla.— Solo este está bien. Y la bufanda.

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