— Aquello le sorprendió bastante al punto en que sus manos se apretaron con fuerza, no gustaba de que nadie estuviera cerca de ella en aquel estado, le gusta estar sola, recuperándose sin que nadie le arruine lo poco y nada que podría conseguir de paz en aquel estado tan deplorable.
— No te metas en mi vida, puedes irte del palacio imperial cuando gustes, no me debes nada — Cabía destacar que en aquel momento ellos aún no tenían ningún tipo de relación, solo eran dos extraños acercándose, conociéndose por lo cual deberían adaptarse entre si.
—Antes de que se fuera la tomó del brazo y la jalo hacia el resguardandola en su pecho, sin ningún tipo de vergüenza le dio un pequeño beso en la frente y luego la tomó en sus brazos y comenzó a llevarla a su cama—
—Me molesta mucho que las personas no acepten su propia debilidad.
—Se sienta sobre la cama con ella aún brazos y solo le mira y acomoda sus cabellos suavemente suspirando al verla en ese estado por culpa de él mismo—
— Le escucho con atención y aún ella intentó mantener la distancia entre ambos, pero mayor fue su sorpresa cuando este le acaricio sin asco solo pudo apretar sus manos con fuerza con la sola idea de calmar aquellas ansías que parecían envolver su pecho, no, el no tenía que hacer nada por ella.
—No tienes que preocuparte, es mi destino.... Yo lo decidí así.... — Intentó sonreír pero fue imposible, solo dejo ir un suspiro a la vez que tomaba distancia de este se sentía cansada necesitaba recostarse y no pensar en nada, el rostro le dolía, la visión parecía volverse borrosa debes en cuando.
—No reaccionó ante lo que veía, sin duda en su interior estaba algo asombrado por la apariencia de ella, pero no por qué se viese aterradora, era por que no sabía que ella vivía con algo así en su interior —
—¿Mounstro?
—Se acercó a ella y acaricio su mejilla aún cubierta por esas escamas negras, podía ver esa carga con la que ella fue obligada a cargar sola y ciertamente le hacía enojar un poco que él no pudiese ayudarle —
-Yo solo veo a alguien que sufre y se esconde bajo una falsa fachada de dureza... Es todo.
— Eso no importa, no importa si hace algo o no por mi.... Es lo que yo quiero hacer por ti... — Fue la respuesta más sincera que pudo salir de sus labios, apretó los mismos un poco más a la vez que bajaba la manta con lentitud para dejar en descubierto su rostro, este lucía lúgubre sin emociones, solo era un rostro estoico y lleno de deseo de matar, ella calmaba ese demonio en su interior, se mantenía fuerte siempre con la frente en alto.
— Verás el monstruo en que me convertí... Solo por seguir las enseñanzas de mi madre.... Soy como ella, calculador, cruel y si tengo matar lo hago — Se levanto de aquella cama para poder enseñarle su verdadero yo.
—Eso es lo que no entiendo ¿ por que haces tanto por mi si yo no hice nada por ti?
—Dijo mientras que gracias a su poder ahora sus huesos comenzaban lentamente a sanar, se podía oír como estos huesos se unían y sanaban aquellas fracturas que anteriormente le impedian moverse—
—Necesito que me mires a la cara cuando me expliques, si no puedo verte a los ojos entonces creeré que me estas mintiendo...
— No te acerques, no quiero que te acerques — Cubrió su rostro como pudo con aquella manta solo pudo intentar no mirarlo, alzo apenas su mano pidiendo que le dejen a solas, no era que se volviera una amargada el dolor en su cuerpo era insoportable y su rostro dolía más de lo que cualquier ser pudiera soportar.
— Te pido por favor que te retires, lo hice porque eres mi invitado no te dejaría morir si necesitas mi ayuda, aunque eso signifique arriesgar la mía, todo ser, todo humano que pise o viva en Skaden están bajo mi protección sin importa su rango, o sus crimines — Declaro con voz calmada a la vez que apretaba sus manos contra la tela, solo pudo dejar ir un suave suspiro mientras una pequeña sonrisa adornaba su rostro.
—Antes de que los guardias lo tomarán un aura dorada rodeo al hombre y en sus brazos nuevamente se manifestaron sus poderes como pudo se puso de pie y repelio a los guardias cerrando las puertas y quedando solo con la Emperatriz en esa habitación —
-Tú me salvaste y ahora debes darme la cara Loveless...
—Musito algo enojado debido a la actitud de ella, paso de ser dulce a una amargada que solo lo hechaba de su cuarto como si de un perro abandonado se tratara —
— Estaba sumida en sus pensamientos cuando escucho aquel sonido venir de afuera hasta que la puerta se abrió de golpe ella no tardo en cubrir su rostro y ver allí a Adriel no dudo en apretar sus manos para después gritar con fuerza.
— Váyanse!! Déjenme sola... ¿Cuántas veces eh dicho que nadie entre? ¿Cuántas veces debo repetirlo? Largo — No quería actuar de aquel modo, pero no estaba en la mejor de las situaciones como para recibir visitas, solo pudo gritar y pedir que se llevaran a Arkan para que descansara y curara sus huesos rotos. No permitiría que nadie la viera débil, casi derrotada.
— No vuelvan a entrar.... Dos guardias se quedaran en la entrada y no permitirán el paso de nadie... Solo una mucama entrara para la comida nada más — Y fue todo, era una orden, nadie más volvería y debía entrar.
