—Oh no, no se trata de tragedias románticas cual libro de féminas soñadoras querido. Hm... más bien ¡oh si! fetiches les llaman... para algunas personas suelen ser características satisfactorias...tal vez algo retorcido para otros... en todo caso, es fascinante ¿no crees?—Bromeo alegre, pausando sus vocablos unos segundos y uniendo las palmas de sus manos a la altura de su mejilla con cierto entusiasmo.
—Las cicatrices del dolor, plasmadas en la piel cual lienzo de arte, es tan encantador. Que pena que no sea tu caso, hombre aparentemente perfecto...En fin...—
Resopló con pesadez, apartando sus pupilas, que habían perdido su fulgor tras la decepción de las palabras contrarias. Se silenció por unos segundos más, y avanzó en su dirección, esta vez mostrando un semblante de seriedad.
—Adam... Debo exponerte una situación preocupante...—
