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Complicada
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AlbertWesker1544073 · 61-69, M
Dio la media vuelta para caminar hacia la salida de aquella edificación cuya apariencia aunada a aquella figura tan enigmática del rubio comenzaban a darle escalofríos. Al salir de aquel edificio lo primero que hizo fue bajar de las escaleras a un paso algo pesado por el nerviosismo y sacó su cajetilla de Marlboro’s ya abierta para tomar de esta un cigarro, “algún día lo dejaré” pensó para sí mismo mientras lo encendía entre sus labios protegiendo la flama del encendedor con sus propias manos. Dio una calada larga a aquel cigarrillo y cerró sus ojos mientras alzaba el rostro y sus manos caían a sus lados, conforme el humo iba siendo despedido de sus pulmones él caballero abrió los ojos y suspiró pesadamente.

—Hora de trabajar. —

Dio una segunda calada a su cigarro ahora de una manera más calma antes de tirarlo sobre la tierra y caminó hasta su Lexus del año color negro al cual entró arrancando del lugar y perdiéndose en el sender que cruzaba aquel bosque saliendo a la carretera que le llevaría a su destino. Llegó a su apartamento y cerró detrás de él lanzando las llaves como siempre acostumbraba en la mesita de color café ocre que se encontraba a lado de su sofá para 3 personas en el cuál se hecho, en la mesa justo frente a este se encontraba su laptop la cual abrió para ingresar a ella y comenzó a visitar algunas páginas tanto privadas como gubernamentales a las cuales tenía acceso no de la manera más honesta y comenzó su trabajo. Un par de horas y algunas llamadas más tarde por fin pudo cerrar su laptop y se recargó en el respaldo de su mueble tallando su rostro con las palmas de sus manos debido al estrés y cansancio de estar tanto tiempo investigando, pero por fin podía proseguir, aquella noche durmió en el sofá al desvanecerse sin previo aviso producto del cansancio.

25 de Septiembre del 2010, Vancouver, Canadá.

Los preparativos estaban listos, aprovecharían la ocasión presentada gracias al descuido de la mujer de la fotografía, dar con ella hubiese sido un dolor de cabeza de no ser por la información que el rubio misterioso le había proporcionado. Sus infiltrados estaban justamente en posición y la señal era justamente algo más común y corriente de lo que cualquiera imaginaría, una dama vestida de rojo que pediría un postre bañado en licor, cosa que hizo justamente una de las damas más bellas en el establecimiento y que era idéntica a la de la foto, como si el tiempo no hubiese pasado para ella.

Por suerte fue confiada y aquel hombre con el que chocó justo en el pasadizo hacia los tocadores logró plantar aquel GPS miniatura en su vestido en un costado de las ropas de la dama, un pin casi indistinguible del mismo tono que, de alguna manera el rubio supo que ella llevaría. No les importaba que hiciera, si cometía algún crimen o si pretendía acostarse con aquel vejestorio al que seguía por dinero, tan solo cumplían su misión de rastrearle y asegurarse que siguiera el camino indicado. Sus diversos centinelas distribuidos en todas las calles y callejos aledaños reportaban por micrófonos plantados en ellos, hacia donde se dirigía la dama. Llegó entonces a donde parecía ser el lugar conveniente, una calleja casi libre la cual fue cerrada por ambas entradas por carros del año de los cuales salió aquel calvo con el mismo traje de hacía dos días ya que era su favorito para trabajar. Caminó hacia ella hasta estar a un par de metros de la señorita y extendió su mano mostrando la carta que se le había entregado.

—Para usted, Señorita. — dijo sin más.

Se aseguró que ella la tomara y tan solo dio media vuelta y volvió al auto para luego arrancar de manera sincronizada con el otro coche que se encontraba detrás de la dama y partieron para no ser vistos de nuevo.

“27 de Septiembre, Absinthe Bistro, 21:00hrs. Vaya sola, Señorita Wong. Usted escoja la mesa, yo invito.
El pago valdrá la pena.
Atentamente, un viejo amigo.”

Era todo lo que decía aquella nota que le fue entregada.
 
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