Complicada
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AlbertWesker1544073 · 61-69, M
23 de Septiembre del 2010, Vancouver Canadá.
El rugir de los truenos amenazaba la tranquilidad de aquella noche la cual hasta hacia unas horas había sido un día calmo y sin mucho movimiento en aquella urbe estadounidense. Era un día tranquilo para casi todos, sin embargo, las piezas en el juego de la vida no siempre se mueven a la vista de los espectadores. Las afueras de esa ciudad, justamente en una bodega abandonada cuyo exterior era matizado por un color gris suavemente adornado por parches color y textura de ladrillo debido al pasar del tiempo, que, sin embargo, más allá de hacerla parecer un basurero, aquel aire a nostalgia que emanaba de la construcción le hacía parecer una delicada obra de arte, cada pequeño detalle de esta parecía haber sido pincelado con cuidado por un gran artista posmoderno, incluso aquellas escaleras oxidadas que daban a la entrada la cual estaba erigida a un metro y medio del nivel del piso y las cuales daban a aquellas grandes y pesadas puertas de acero negras de dos metros que se abrieron de par en par; al entrar el hombre quien había sido convocado ahí por un extraño cuyo poder económico e influencias parecían ser por demás imponentes; las ventanas selladas a medias por barrotes pobremente martillados que cruzaban de lado a lado los barrotes delgados de los protectores de estas cuyos cristales estaban ya bastante incompletos y parecían crujir con tan solo una caricia del viento no hacían más que agregar un aire de película de horror vieja y empeorar la penumbra de la que aquella noche vestía todos los alrededores.
El hombre de cráneo calvo comenzó a adentrarse en las penumbras del edificio; portaba un traje Armani de color gris oscuro cuyo corte había sido hecho exactamente para que envolviese con detalle su torso a simple vista musculoso, su saco cubría una camisa azul celeste abotonada por completo cuyo cuello sujetaba una corbata de color azul marino anudada al más puro estilo Windsor y cuyo extremo se perdía dentro del saco de dos botones que se abría suavemente a la altura de su cintura y cubría hasta la altura del final de los bolsillos de aquel pantalón de corte Slim perfectamente planchado que combinaba a la perfección con su cinturón negro de hebilla plateada el cual era cubierto por el saco y su calzado negro de estilo por demás conservador. Mientras andaba por el sendero que marcaba la tenue luz de la luna que se colaba en el lugar un ruido lejano comenzó a escucharse.
—Así que por fin llega, Señor James. — se escuchó una voz acompañada de unos pasos lentos y pacientes que se acercaban desde la penumbra hacia él.
—No me sorprenda que sepa mi nombre… —replicó calmado. —…pero creo que es hora de que nos presentemos.
Los pasos cada vez se hacían más audibles y James se detuvo en seco esperando que aquella silueta emergiera de las sombras para presentarse, y así lo hizo; la silueta de un hombre rubio de pelo relamido hacia atrás quien, a pesar de las penumbras llevaba en el rostro gafas para sol de un color negro reluciente justo como su gabardina negra y calzado los cuales hacían parecer que su cuerpo era parte de una ilusión en aquella noche oscura apareció de repente frente a él a algunos 3 metros.
—Puede llamarme Señor A. — dijo el rubio con una extrañamente fría amabilidad.
—Le tengo una oferta que me parece es justa para ambos. Tan solo necesito un favor de usted y me han dicho que puedo confiarle una importante tarea. Necesito que encuentre a esta mujer y le de esta nota. — dijo mientras le entregaba tanto una foto de una hermosa mujer de cabello corto y negro que vestía un vestido de noche color rojo, además de una carta como mensaje a la vieja usanza. — Sé que usted no podrá encontrarla por sí mismo, así que aquí tiene unas cuantas pistas de dónde encontrarla. Hágalo y esta será su paga. —
Tomó el celular y lo mostró al hombre para que viese la suma de dinero ofrecida por el rubio, James no pudo esconder la sonrisa que su avaricia le puso en el rostro al ver aquella cifra de 5 dígitos por un trabajo que parecía ser tan sencillo.
—Entendido. — Fue todo lo que dijo James antes de tomar el encargo del ajeno y la fotografía.
El rugir de los truenos amenazaba la tranquilidad de aquella noche la cual hasta hacia unas horas había sido un día calmo y sin mucho movimiento en aquella urbe estadounidense. Era un día tranquilo para casi todos, sin embargo, las piezas en el juego de la vida no siempre se mueven a la vista de los espectadores. Las afueras de esa ciudad, justamente en una bodega abandonada cuyo exterior era matizado por un color gris suavemente adornado por parches color y textura de ladrillo debido al pasar del tiempo, que, sin embargo, más allá de hacerla parecer un basurero, aquel aire a nostalgia que emanaba de la construcción le hacía parecer una delicada obra de arte, cada pequeño detalle de esta parecía haber sido pincelado con cuidado por un gran artista posmoderno, incluso aquellas escaleras oxidadas que daban a la entrada la cual estaba erigida a un metro y medio del nivel del piso y las cuales daban a aquellas grandes y pesadas puertas de acero negras de dos metros que se abrieron de par en par; al entrar el hombre quien había sido convocado ahí por un extraño cuyo poder económico e influencias parecían ser por demás imponentes; las ventanas selladas a medias por barrotes pobremente martillados que cruzaban de lado a lado los barrotes delgados de los protectores de estas cuyos cristales estaban ya bastante incompletos y parecían crujir con tan solo una caricia del viento no hacían más que agregar un aire de película de horror vieja y empeorar la penumbra de la que aquella noche vestía todos los alrededores.
El hombre de cráneo calvo comenzó a adentrarse en las penumbras del edificio; portaba un traje Armani de color gris oscuro cuyo corte había sido hecho exactamente para que envolviese con detalle su torso a simple vista musculoso, su saco cubría una camisa azul celeste abotonada por completo cuyo cuello sujetaba una corbata de color azul marino anudada al más puro estilo Windsor y cuyo extremo se perdía dentro del saco de dos botones que se abría suavemente a la altura de su cintura y cubría hasta la altura del final de los bolsillos de aquel pantalón de corte Slim perfectamente planchado que combinaba a la perfección con su cinturón negro de hebilla plateada el cual era cubierto por el saco y su calzado negro de estilo por demás conservador. Mientras andaba por el sendero que marcaba la tenue luz de la luna que se colaba en el lugar un ruido lejano comenzó a escucharse.
—Así que por fin llega, Señor James. — se escuchó una voz acompañada de unos pasos lentos y pacientes que se acercaban desde la penumbra hacia él.
—No me sorprenda que sepa mi nombre… —replicó calmado. —…pero creo que es hora de que nos presentemos.
Los pasos cada vez se hacían más audibles y James se detuvo en seco esperando que aquella silueta emergiera de las sombras para presentarse, y así lo hizo; la silueta de un hombre rubio de pelo relamido hacia atrás quien, a pesar de las penumbras llevaba en el rostro gafas para sol de un color negro reluciente justo como su gabardina negra y calzado los cuales hacían parecer que su cuerpo era parte de una ilusión en aquella noche oscura apareció de repente frente a él a algunos 3 metros.
—Puede llamarme Señor A. — dijo el rubio con una extrañamente fría amabilidad.
—Le tengo una oferta que me parece es justa para ambos. Tan solo necesito un favor de usted y me han dicho que puedo confiarle una importante tarea. Necesito que encuentre a esta mujer y le de esta nota. — dijo mientras le entregaba tanto una foto de una hermosa mujer de cabello corto y negro que vestía un vestido de noche color rojo, además de una carta como mensaje a la vieja usanza. — Sé que usted no podrá encontrarla por sí mismo, así que aquí tiene unas cuantas pistas de dónde encontrarla. Hágalo y esta será su paga. —
Tomó el celular y lo mostró al hombre para que viese la suma de dinero ofrecida por el rubio, James no pudo esconder la sonrisa que su avaricia le puso en el rostro al ver aquella cifra de 5 dígitos por un trabajo que parecía ser tan sencillo.
—Entendido. — Fue todo lo que dijo James antes de tomar el encargo del ajeno y la fotografía.