26-30, F
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IY1573807 · F
[code]Todo iba como cada año para todo aquel que ya residía en Koldovstoretz. El inicio de un nuevo ciclo escolar lleno de simples presentaciones de aquellos estudiantes de primer año, prometiéndose amistad eterna, mientras que los de tercero, cuarto, en fin, todos sabían que las relaciones podrían romperse con mucha facilidad o habrán sido entrelazadas por el mismo destino. Algo incierto, es verdad. Rusia, uno de los países más fríos y no solamente hablando del clima, sino de la misma gente que habitaba en ella; imagínense ahora lo que es que haya magos y brujas rondando por cada avenida, cada palacio. Podrían causar el terror de algunos si es que no se les trataba con una buena mano o actitud, riesgos a cada esquina. Afortunadamente, esos tiempos habían concluido desde hacía varios años.
La mañana daba sus primeros rayos de sol. Las chicas de un dormitorio de la casa Grigoriev murmuraban acerca de lo que pedirían de desayuno, mientras una de ellas sacudía con algo de fuerza un bulto de sábanas, donde algunos mechones de un pelirrojo intenso se alcanzaban a asomar, junto con una mano vendada. -Inna… Inna, ¡ya es hora de levantarte! Vamos a llegar tarde.- Decía una y otra vez hasta que la cabeza de la pelirroja se mostró por completo, adormilada, como si la noche hubiese sido eterna. -Sí, sí, lo siento. Ya voy.-
Entre tropiezos y más risilla, las tres chicas que compartían habitación con Inna la empujaron para llegar al baño y cada quien tomar una respectiva ducha. Algunos minutos después, salieron con sus uniformes, solo que Inna no quiso usar el abrigo que usualmente llevaban los estudiantes cuando hacía un clima frío, pues tendría que quitárselo más tarde para ir a su práctica de Quidditch. El desayuno fue algo apresurado para ella, ya que el capitán del equipo de su casa la tomó del hombro mientras se encontraba sentada, era hora de ir a su campo para volar.
Peculiaridad de su colegio, no había escobas por montar, sino que cada jugador iba montado en un árbol, de su preferencia, con todo y raíz. El entrenamiento había comenzado, pero para Inna sería algo aburrido, ya que aún no sería su turno de atrapar a la Snitch Dorada, sino que practicaba un poco sus reflejos junto con su capitán, Nath, que no era su verdadero nombre, solo le decía así por bromear entre su círculo social. De pronto, estando a pleno vuelo, solo alcanzó a escuchar el estruendoso grito de una de sus compañeras, lo que provocaba que tanto Inna como el resto de los que se encontraban lejos girasen sus rostros hacia una adolorida jugadora. Sin tardar mucho, hicieron rueda alrededor de la joven, tratando de calmarla.
-Hey, hey, calma. ¿Qué sucedió?-Inna parecía un tanto confundida, pues no recordaba si en alguna de sus clases de encantamientos habían aprendido algún hechizo que hiriera alguien, ni siquiera en la materia de Magia Vyazat’. El resto de jugadores le explicaron a Inna y a Nath lo que había ocurrido, a lo cual la pelirroja soltó una carcajada para ponerse en cunclillas frente a la golpeadora herida. -Te lo mereces. Recuerda no buscar pleito donde no te llaman. Llévenla a la enfermería.- Dijo después de levantarse y soltar su cabellera para mirar en dirección a las gradas, donde todavía se encontraba Grindelwald. Tomó algo de aire y fue en dirección a aquellas gradas, sin varita en mano. -Oye, tú, Grindelwald. ¿Acaso no te enseñaron a no atacar a un mago desarmado?- Sabía que podría meterse también en problemas, solo deseaba hacer algo de tiempo en lo que alguno de los prefectos se enteraba del pequeño incidente.
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La mañana daba sus primeros rayos de sol. Las chicas de un dormitorio de la casa Grigoriev murmuraban acerca de lo que pedirían de desayuno, mientras una de ellas sacudía con algo de fuerza un bulto de sábanas, donde algunos mechones de un pelirrojo intenso se alcanzaban a asomar, junto con una mano vendada. -Inna… Inna, ¡ya es hora de levantarte! Vamos a llegar tarde.- Decía una y otra vez hasta que la cabeza de la pelirroja se mostró por completo, adormilada, como si la noche hubiese sido eterna. -Sí, sí, lo siento. Ya voy.-
Entre tropiezos y más risilla, las tres chicas que compartían habitación con Inna la empujaron para llegar al baño y cada quien tomar una respectiva ducha. Algunos minutos después, salieron con sus uniformes, solo que Inna no quiso usar el abrigo que usualmente llevaban los estudiantes cuando hacía un clima frío, pues tendría que quitárselo más tarde para ir a su práctica de Quidditch. El desayuno fue algo apresurado para ella, ya que el capitán del equipo de su casa la tomó del hombro mientras se encontraba sentada, era hora de ir a su campo para volar.
Peculiaridad de su colegio, no había escobas por montar, sino que cada jugador iba montado en un árbol, de su preferencia, con todo y raíz. El entrenamiento había comenzado, pero para Inna sería algo aburrido, ya que aún no sería su turno de atrapar a la Snitch Dorada, sino que practicaba un poco sus reflejos junto con su capitán, Nath, que no era su verdadero nombre, solo le decía así por bromear entre su círculo social. De pronto, estando a pleno vuelo, solo alcanzó a escuchar el estruendoso grito de una de sus compañeras, lo que provocaba que tanto Inna como el resto de los que se encontraban lejos girasen sus rostros hacia una adolorida jugadora. Sin tardar mucho, hicieron rueda alrededor de la joven, tratando de calmarla.
-Hey, hey, calma. ¿Qué sucedió?-Inna parecía un tanto confundida, pues no recordaba si en alguna de sus clases de encantamientos habían aprendido algún hechizo que hiriera alguien, ni siquiera en la materia de Magia Vyazat’. El resto de jugadores le explicaron a Inna y a Nath lo que había ocurrido, a lo cual la pelirroja soltó una carcajada para ponerse en cunclillas frente a la golpeadora herida. -Te lo mereces. Recuerda no buscar pleito donde no te llaman. Llévenla a la enfermería.- Dijo después de levantarse y soltar su cabellera para mirar en dirección a las gradas, donde todavía se encontraba Grindelwald. Tomó algo de aire y fue en dirección a aquellas gradas, sin varita en mano. -Oye, tú, Grindelwald. ¿Acaso no te enseñaron a no atacar a un mago desarmado?- Sabía que podría meterse también en problemas, solo deseaba hacer algo de tiempo en lo que alguno de los prefectos se enteraba del pequeño incidente.
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