El ave había caído, sus alas se envolvieron en las llamas que las esferas generaron, Kuro salió de entre el enorme cuerpo de la criatura la cual amortiguo su caída, a pesar de mi preocupación, él había salido intacto.

Sin tiempo a poder decir una palabra, los labios de mi amado se posaron sobre los míos, para darnos un beso, al cual correspondí con la misma pasión que Kuro demostraba, la adrenalina y el amor que ambos sentimos en se momento se habían fusionado en ese beso.

--Las cacerías sin duda debemos hacerlas más seguido, creo que entre más peligrosas más conocerás de mi, no soy la mejor peleadora, pero mis cambios se basan en la adaptación- respondí avergonzada, pues sin duda mi fuerza no se comparaba a la de Kuro o cualquier persona cercana a él.