Kuro se había lanzado sobre aquella ave gigantesca con la intención de someterla desde su espalda, con el fin de hacer mi trabajo más sencillo, yo tenía que atacar sus patas para derribar, sin embargo, apenas recibí la señal de mi amado, la bestia emplumada alzo el vuelo con Kuro sobre su lomo.

Tenía que ir a apoyarlo, en ese momento mi cuerpo sufrió una segunda transformación, apareciendo mis alas, para poder dar alcance al ave, la cual volaba a gran velocidad a pesar de su tamaño, a pesar de mis esfuerzos por varios minutos me quedé a metros de poder darle alcance.


Materialicé una par de bolas de fuego en la palma de mi mano, no más grande que una manzana, las lancé una a cada ala, con la intención de desequilibrar el vuelo de la criatura, para poder lograr alcanzarlos.

--Kuro, iré por sus patas para hacerla bajar, así que ten cuidado de no caer, sujétate fuerte-