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Había pasado demasiado tiempo fuera. Entre las operaciones de la orden, los medios ofreciendo recompensas por ella y su equipo y los fracasos sucesivos en las misiones, decidió correr todos los riesgos para volver a casa.
Había comprado ese sitio como un escape, creando la fachada perfecta y contratando a una familia para habitarla, que al ella volver tomaban por casualidad "vacaciones". No podía esperar para encerrarse en esas paredes, para preguntarle a su mayordomo cómo habían crecido las rosas estos meses. Después de estacionar su auto en el garage y cerrarlo apropiadamente, avanzó (...)
 
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F1567889 · 31-35, M
- Dado que su ama se adelantó y no pudo abrir la puerta para ella, el mayordomo tan solo cerró la puerta tras de ambos, dejando que Atize se acomodara a sus anchas sin dar más muestra de alguna emoción que negar con la cabeza, pero no dijo palabra, no estaba en posición de hacerlo. Sabiendo que la joven estaría agotada, en vez de reñirla por subir a la cama sin cambiarse, acomodó las maletas en un rincón y empezó a deshacerlas, aunque pronto tuvo algo más importante que hacer - Claro que sí, mi señora. - Respondió, acercándose al lecho de inmediato para ocuparse de la bota correspondiente al pie alzado. La retiró con cuidado y elegancia, acomodándola al borde de la cama antes de hacer lo mismo con la segunda. Sin esperar la orden, tomó el pie izquierdo de su empleadora y dio inicio a un masaje, presionando con sus pulgares la planta, teniendo la clara intención de ayudar aún más a que la joven se relajara -
 
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