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Había pasado demasiado tiempo fuera. Entre las operaciones de la orden, los medios ofreciendo recompensas por ella y su equipo y los fracasos sucesivos en las misiones, decidió correr todos los riesgos para volver a casa.
Había comprado ese sitio como un escape, creando la fachada perfecta y contratando a una familia para habitarla, que al ella volver tomaban por casualidad "vacaciones". No podía esperar para encerrarse en esas paredes, para preguntarle a su mayordomo cómo habían crecido las rosas estos meses. Después de estacionar su auto en el garage y cerrarlo apropiadamente, avanzó (...)
 
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ATIZE · 36-40, F
-Tuvo bastante curiosidad ante su última pregunta. Se giró un poco más para poner atención al mayordomo, dedicándole una suave sonrisa.- ¿En serio lo harías? ¿Me contarías algo? -No es que nunca hubiese tenido interés en saber más, si no que nunca había permanecido en la casa el tiempo suficiente para preguntar. Pero ahora que todo lo que conocía como vida iba en declive, era el momento de encontrar espacio.- Cuéntame un poco.
F1567889 · 31-35, M
como su mayordomo saber atenderla en todo lo necesario, tan solo dígame lo que necesita. ¿O quisiera que le cuente la historia de mi vida? - Ferdinand nunca caía en las provocaciones, pero respondía a su modo, haciendo que su seriedad jugara a favor cuando de bromas se trataba -
F1567889 · 31-35, M
- No interrumpió en ningún momento las palabras de su ama, era parte de su etiqueta no hablar a menos que fuera necesario. Aunque como un pequeño castigo por oírla decir esas cosas, hizo más presión en el puente del pie, si bien eso ocasionaría que el músculo se relajara tras el dolor. Y aunque no sonreía, con solo ver sus ojos podía notarse que había disfrutado aquella pequeña jugarreta, tras escuchar el quejido de su empleadora - Los salarios del personal, el mío incluido, están bien asentados en los libros de contabilidad, mi señora. También llevo el apartado de las pensiones y otros gastos de mantenimiento. De todos modos agradezco que se preocupe por nosotros. - Sus manos habían estado trabajando en el talón, pero tras la pregunta de Atize siguieron al tobillo y hasta la pantorilla, masajeando con firmeza para quitar la tensión muscular. Eso dolería un poco, por supuesto - Es mi deber
ATIZE · 36-40, F
Mmm..~ -Ronroneó contra la cama. Era en ese instante que se daba cuenta cuán cansada estaba, mental y físicamente. El masaje le recordó ciertos puntos de dolor, pero las manos de su mayordomo eran tan gentiles que la sensación no era desagradable. Ladeó su rostro asegurándose que su buen ojo quedase a la vista, echando un vistazo al joven que trabajaba con ella.-

- He preparado algunas cosas en el maletín. Compré un buen seguro para todos, y el dinero de su liquidación está asegurado. Vaya, no es que esté asegurando que algo pase, pero quiero que sepan que- ouch! ... Que no dejo de pensar en ustedes. Hey, ¿Dónde aprendiste a hacer eso? Y ... ¿Dónde mas sabes hacerlo?

Sonrió maliciosa, siempre había sido una bocona para las bromas, para hostigar con comentarios impertinentes.
F1567889 · 31-35, M
- Dado que su ama se adelantó y no pudo abrir la puerta para ella, el mayordomo tan solo cerró la puerta tras de ambos, dejando que Atize se acomodara a sus anchas sin dar más muestra de alguna emoción que negar con la cabeza, pero no dijo palabra, no estaba en posición de hacerlo. Sabiendo que la joven estaría agotada, en vez de reñirla por subir a la cama sin cambiarse, acomodó las maletas en un rincón y empezó a deshacerlas, aunque pronto tuvo algo más importante que hacer - Claro que sí, mi señora. - Respondió, acercándose al lecho de inmediato para ocuparse de la bota correspondiente al pie alzado. La retiró con cuidado y elegancia, acomodándola al borde de la cama antes de hacer lo mismo con la segunda. Sin esperar la orden, tomó el pie izquierdo de su empleadora y dio inicio a un masaje, presionando con sus pulgares la planta, teniendo la clara intención de ayudar aún más a que la joven se relajara -
ATIZE · 36-40, F
Había recorrido tanto para llegar allí, pero por alguna razón el pasillo hacia su habitación se sintió eterno. Era su cuerpo reconociendo que se acercaba un buen descanso, por lo que el esfuerzo ya estaba dejando de dar su mayor esfuerzo. Se adelantó a abrir la puerta, y como si cayese en un estado comatoso se dejó caer boca abajo sobre la misma, sin retirarse alguna prenda, cual bulto arrojado al suelo.

Permaneció inmóvil por largos segundos, luego delató que aún estaba viva al doblar una rodilla y levantar uno de sus pies al aire, que balanceó despacio de un lado a otro.

- Por lo que más quieras... Quítame las botas.

Se escuchó contra la cama, su voz aplanada contra las cobijas.
F1567889 · 31-35, M
- Aunque su expresión siguiera imperturbable en apariencia, pues había sido educado para no mostrar muchas emociones, pareció aliviado de ver a su señora llegar sana y salva, y hasta el atisbo de una sonrisa apareció en su gesto cuando sintió la mano ajena posándose en su hombro - Nada digno que reportar fuera de algunos problemas domésticos, mi señora. Quizás le guste saber que los rosales están en flor, mañana podría dar un paseo para verlos y relajarse. - Sabía que eso último le haría falta a su empleadora, más tras lo que ella había comentado, aunque era prácticamente imposible que los encontraran en aquel lugar apartado. Llevó las maletas al interior de la residencia, sin ayuda. Una maid cerró la puerta cuando ambos estuvieron dentro, sin que el mayordomo añadiera nada más que un "gracias" a la sirvienta, siguiendo su camino hacia la habitación de su ama -
ATIZE · 36-40, F
El aire que tenía guardado en los pulmones mientras cargaba en equipaje fue liberado en un suspiro lleno de alivio cuando el otro aligeró su carga. No podía negarlo, además del peso menos era una dicha poder pisar de nuevo ese sitio ... Quién sabe cuando volvería a hacerlo de nuevo. Su único ojo recorrió con la mirada a su mayordomo en busca de nuevos detalles, de alguna diferencia, pero era imposible encontrar cambios en su pulcritud. Le sonrió con suavidad y colocó una mano en su hombro.

- Fue difícil llegar, pero ya estoy aquí. ¿Has tenido problemas manteniendo el lugar? Siento que ya están pisándome los talones.
F1567889 · 31-35, M
Como buen mayordomo, sabía de ante mano cuándo regresaría su señora, y se había preparado para el acontecimiento. El jardín estaba en perfectas condiciones. La mansión impecable, la cocina abastecida y la cava bien provista esperaba. Atize no había terminado de bajar cuando Ferdinand ya estaba afuera de la vivienda, avanzando hacia su empleadora para evitar que ella cargara con los velices - Bienvenida, ama. - No la saludó con una reverencia antes de ayudarla porque creyó mejor recoger el equipaje cuanto antes, cuando su señora visitaba la mansión era para descansar - ¿Ha tenido un buen viaje? Tengo refrigerios listos para usted, solo estábamos esperándola.
ATIZE · 36-40, F
Hacia la entrada principal a paso desganado, pues cargaba una maleta en su diestra y un largo maletín en su izquierda. -

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