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Había pasado demasiado tiempo fuera. Entre las operaciones de la orden, los medios ofreciendo recompensas por ella y su equipo y los fracasos sucesivos en las misiones, decidió correr todos los riesgos para volver a casa.
Había comprado ese sitio como un escape, creando la fachada perfecta y contratando a una familia para habitarla, que al ella volver tomaban por casualidad "vacaciones". No podía esperar para encerrarse en esas paredes, para preguntarle a su mayordomo cómo habían crecido las rosas estos meses. Después de estacionar su auto en el garage y cerrarlo apropiadamente, avanzó (...)
 
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F1567889 · 31-35, M
- Aunque su expresión siguiera imperturbable en apariencia, pues había sido educado para no mostrar muchas emociones, pareció aliviado de ver a su señora llegar sana y salva, y hasta el atisbo de una sonrisa apareció en su gesto cuando sintió la mano ajena posándose en su hombro - Nada digno que reportar fuera de algunos problemas domésticos, mi señora. Quizás le guste saber que los rosales están en flor, mañana podría dar un paseo para verlos y relajarse. - Sabía que eso último le haría falta a su empleadora, más tras lo que ella había comentado, aunque era prácticamente imposible que los encontraran en aquel lugar apartado. Llevó las maletas al interior de la residencia, sin ayuda. Una maid cerró la puerta cuando ambos estuvieron dentro, sin que el mayordomo añadiera nada más que un "gracias" a la sirvienta, siguiendo su camino hacia la habitación de su ama -
 
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