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Salir de su base en el pozo petrolero de Gawar fue increíblemente difícil, pero urgente. La Orden del Rubí había contratado informantes externos que pudiesen recolectar más datos, y no podían exponerse a ir hasta donde estaba. Así, colocaron un punto de encuentro en un barrio chino recientemente abandonado por sus ciudadanos.
Pero no tenía idea de qué tanto estaba metida en la mierda hasta ese momento. Su rostro y el de sus compañeros estaban en todas partes, su labor para salvar al mundo era considerado terrorismo, los medios comprados por los líderes del mundo que no deseaban cambiar. (...)
 
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ATIZE · 41-45, F
El paso y el gruñido del perro delataron una tercera presencia, la cual dedujo era su contacto. Pero a pesar de la crítica situación en la que ahora vivía, no tuvo ánimos de voltear, ni mucho menos de verificar si se trataba de otra persona. Estaba tan agotada, tan desmotivada por el fracaso, que muy dentro de su mente deseó fuese finalmente su verdugo y terminara su interminable lucha.
Porque no, no podía mentirse a si misma. Ansiaba salir por la puerta fácil, lo había considerado algunas veces presa del estrés por la destrucción de su vida, su identidad y el compromiso con el trabajo, pero también ansiaba vivir para tan sólo ver en qué infierno se convertiría el mundo.

Y por ello levantó la vista de su único ojo sano y lo miró. Una cara y una voz nueva para variar, lo que la hizo sonreír de lado con cierta debilidad.

- Escuché que el agua no sube a los pisos más altos. Tal vez se alegraron de dejar este sitio... ¿Cómo se ven las cosas ahí afuera?

Se colocó en posición de(.
 
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