Puso los ojos en blanco antes de que sus pupilas pudieran siquiera bajar a ver la mano que se movía en busca de su cercanía. Claro que, con cierta indiferencia contempló por unos segundos la palidez de su palma, pero la poca paz que existía en ese momento entre ellos la llevó a tomarle la mano. Siempre tímida y curiosa, porque esa era la esencia de Mika.
— No dije nada malo si es que pensaste en ello, únicamente le comenté que tenía un hermano. Es todo, ella imagino que inocentemente quiso conocerte y se acabó. — Se encogió de hombros, lo miraba de soslayo.
— Creo que estás simplemente sorprendido porque es la primera vez que caes en una red que tú mismo tejiste.
—Caprichosa malcriada —quejumbroso la insultó, pero sin siquiera alzar la voz como en las determinadas circunstancias que la tenía de lienzo sangrante. Volvió a frotarse, es más; acercó una mano para que sobre su palma pusiera Mika la suya.
¿Por favor? Que la necesita.
—¿Me dirás qué le dijiste? —para hacer intercambio de información porque muchas veces lo preguntó, pero la azabache jamás fue extensa en explicaciones —. La he visto aquí y allá. Quizás la busco. Quizás me busca a mí. ¿Qué será en realidad? Me pregunto.
— No tienes que decirme si no quieres, pero lo veo pertinente. Después de todo… Fui yo quien le habló a Yuki de ti. —
Cerró el ojo más cercano al frote insistente que acorralaba aquel moflete suyo que se veía más redondo que nunca. Mikhaela lucía como un hámster siendo apretado, confundido pero inmóvil al tacto.
— Si te lo vas a guardar todo, entonces deja de causarme intriga.
Por poco dejó ir todo su peso para acomodarse sobre ella, pero desistió pues el consuelo le fue suficiente por ese entonces. También le alegró que la muchacha lo mirase, y no por pillarla sino porque lo sintió. Previsible.
—Me dijo que me... Oh, no debería decirte. Eres una metiche —se frotó contra ella—. ¿Quieres saber sobre la vida de tu hermano, mmnh? Porque es una preciosa mujer.
¿Podía ser que estaba ante lo que llamaban un secreto?, si existía algo entre él y aquella mujer de las nieves la verdad saldría tarde o temprano a la luz. Tenía los ojos iluminados de pura curiosidad, tanto así que se atrevió a inclinarse otro poco para observarle de cerca, presionarle más que nada.
Sólo de repente sintió el choque de los cabellos oscuros mezclándose con sus rubios mechones. — ¿Eh?, ¿cómo que te ha abandonado? … ¡Ustedes me están ocultando algo!
Ante la pregunta se presionó las mejillas aún más, tanto que se le achinaron los ojos y se asimiló a un pez globo.
—Develarlo convertirá esta conversación en un problema —respondió con la voz alterada por la posición de sus labios hasta que de pronto, poof, se soltó el rostro enteramente.
¡Ay! Se estiró la quijada para aliviar el dolor de sus músculos y se fue de lado, reposando la cabeza sobre la ajena.
— ¿Y qué te tiene así? — Enarcó una ceja curiosa como pocas veces cuando se trataba algo entorno a su hermano. Pero por alguna razón, sospechaba de qué podría tratarse y aunque no fuera así preguntaría a continuación para sacar la duda que empezaba a brotar raíz en su cabeza.
—Así me siento muchas veces —uhmnjnmmnh, se presionó más las mejillas con los dorsos al verla pasar, rara esta ocasión pues no la admiró como siempre. Mal, mal, mal—. No debería sorprenderte, Mika querida.
— ¿Tú abrumado? — Se sentó a un ladito, si lo inspeccionaba era porque se trataba de la primera vez que así lo veía, extrañamente pensativo y casi que risueño mirando hacia ningún rumbo.
