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AL1581946 · M
No, no, no, no. No la vio pero sintió ese cambio, ese color, esa reacción. Le habría gustado derretirla entre sus brazos así como al hielo en una sábana caliente pero, en cambio la mantuvo en su "nido", en el espacio entre su pecho y sus extremidades.
—Si me dices así me sentiré especial. Un apodo, de ti para mí —hizo una mueca particular con la boca, como si lanzara un beso al aire. ¡Véase que a los orcos también se los enternece de vez en vez! Y de verdad. Tanto que la apretó más contra sí mismo ni bien oyó el griterío chillón, ofensivo e innecesario de la joven frente a ellos.
—¿Ves lo que te digo? Está celosa, Yuki, a pesar de que, como bien notas, me deja abandonado cada vez que lo encuentra posible —booh, se lamentaba. Pero pronto se desdibujó su expresión y sus labios, neutrales, se arrimaron a la orejita de su defensora—. ¿O será que la inquietud de mi hermana es por ti? Y entonces deba ser yo quien esté celoso.
—Si me dices así me sentiré especial. Un apodo, de ti para mí —hizo una mueca particular con la boca, como si lanzara un beso al aire. ¡Véase que a los orcos también se los enternece de vez en vez! Y de verdad. Tanto que la apretó más contra sí mismo ni bien oyó el griterío chillón, ofensivo e innecesario de la joven frente a ellos.
—¿Ves lo que te digo? Está celosa, Yuki, a pesar de que, como bien notas, me deja abandonado cada vez que lo encuentra posible —booh, se lamentaba. Pero pronto se desdibujó su expresión y sus labios, neutrales, se arrimaron a la orejita de su defensora—. ¿O será que la inquietud de mi hermana es por ti? Y entonces deba ser yo quien esté celoso.
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