Dejó la mano en el aire, porque para ser último juez sobre su voluntad estaba él y ni nadie, ni siquiera aquella a la que profesaba amor eterno, se interpondría en su sitio. Algunos seres tenían influencia en su comportamiento, claro está, mas Yuki no podría, aunque suplicara, sacarle la idea de la mente. Por eso dejó él ir a la compartía su sangre, aunque sería por poco tiempo pues, en realidad, cambió de estrategia.

—Claro que puedes —se arrimó a ella, a Yuki, atrapándole las muñecas con paciencia. ¡Como si la tuviera! Las dirigió a sus propios costados, guiándola para abrazarse a él—. Lo haces de este modo, ¿ves? Me aprietas fuerte y luego dices "gracias"—. Apoyó sobre su cabeza la mejilla, como antes hizo con la otra—. "Gracias, Artyom".

Ahí iba su respuesta. Al final volvió a echar una miradita a Mika, pidiendo con silencio que se uniera a ellos.