Recibió su abrazo, realmente sin corresponder. Sabía que ella no le exigiría un gesto tal en ese momento, pero tampoco quería permanecer allí, fingiendo que el consuelo de su amada hermana estaba dando algún resultado.

—S'il te plaît, arrête.

Murmuró irguiéndose para besar su frente en profundo agradecimiento a ese intento y de nuevo, habló con su mente.

"No indagues, Evangeline. Si lo haces, sólo lo pondrás en peligro y también a ti misma. No podría perderlos a los dos."

Si bien Derek había tomado el liderazgo del clan, no era el único influenciable en el bienestar de Adrael por las tradiciones arcaicas que mantenían toda su jerarquía en pie. Y si bien su padre se sabía convaleciente, no estaba extinto.

Ese secreto debía morir en las sombras, por más que detestara ser él quien lo ocultase y lo consintiese.

era por una razón en especial y ahondar en el tema provocaría que Armand se cerrara más a ella, así que no dijo nada, solo rodeó con sus brazos a su mellizo y lo cobijó fraternalmente contra su pecho, queriendo darle al menos un mínimo de consuelo —Mon prince, mon amour...— En voz baja y solo para él, comenzó a cantar una nana como las que solían entonar cuando niños antes de dormir.

Sabía bien que el único capaz de tener una influencia tan grande en el corazón y la mente de Armand era Adrael, Evangeline era consciente de los sentimientos tan fuertes y verdaderos que le tenía a su pequeño hermano y por lo tanto cuando algo acontecía con él, bueno o malo, la respuesta era siempre extrema.

Pero cuando escuchó aquellas palabras en su cabeza, haciendo eco en su consciencia pero que eran un completo secreto para los demás, sus ojos se abrieron sin dar crédito a ello ¿Tenía sentido acaso? Adrael no podía ser de nadie más, no por incapacidad sino por falta de probabilidad, ni siquiera se relacionaba con otros vampiros fuera de la familia —"C'est impossible..."— Dijo usando el mismo canal telepático por el que había recibido el mensaje, mientras lo miraba directo a los ojos, cualquiera que los viese sería incapaz de entender su comunicación mientras permanecían mirándose en total silencio.

Quería preguntar, quería detalles, pero sabía que si no los había (...)

La pequeña pero macabra sonrisa que adornaba su rostro se borró cuando escuchó los lamentos de su dulce melliza. Podía quebrarlo en mil pedazos el saberla tan triste y aquello también tomó su espacio en el cúmulo de cosas oscuras que llevaba en su pecho.

Se giró para verla y le habló sin usar su voz, pues no quería que los vasallos escucharan nada de lo que tenía por decirle.

"Cœur... J'aime mon ange, Eve. Je l'aime profondément, et plus douloureusement que je ne l'aurais jamais cru. Mais mon ange n'est pas à moi."

Y eso fue todo lo que le dijo. A ella le confiaría su vida y su destino sin arrepentirse, pero jamás un secreto de Adrael que pusiera en peligro su seguridad. Sólo él tenía por seguro que no sucumbiría bajo ninguna presión o tortura si éstas se usaran para hacerle hablar.

—Ne t'éloigne pas, ne pars pas... Armand, me asusta mucho todo lo que sientes y todo lo que haces a causa de eso, por favor ma vie, te lo ruego—

Su expresión reflejó lo que sentía en ese momento, la más inmensa preocupación hacia su mellizo, pues no solo era por lo que expresaba abiertamente sino por esa ira incontenible que podía percibir creciendo en su interior, tan opresiva y frustrante que le hacía doler el pecho, sus ojos temblaron, sus manos se movieron inquietas hasta el cabello de Armand, pasando sus dedos entre este con delicadas caricias mientras observas directamente a ese par de orbes de oro líquido que lanzaban destellos feroces, sedientos de sangre.

—Tal es la gravedad que te ha quitado la confianza en mi...— No era una reclamo, tuvo cuidado en que no sonara así con el tono de su voz, pero no podía evitar sentirse sumamente afligida al saber que aquel con quién compartía tanto se estaba cerrando a ella —Armand... mon prince, mon autre moitié— No sabía que decirle, ni como dejarle ver qué ella estaba ahí para él sin importar nada, incluso en las peores situaciones, en la más podrida de las circunstancias.

(.

Trató de hablarle, pero la carcajada no se lo permitió a la primera.

—Ev... Eve! Mon amour, desafortunadamente, esta vez debo guardar el secreto.

Salió de entre sus manos al haber controlado un poco la risotada y retomó el camino que llevaba, tarareando suavemente.

Observó directamente a sus ojos, la profunda frustración era imposible de ocultar, sonriera o no, relajara sus rasgos o no, y menos podría ocultarlo de ella. No lo intentaba, sabía que ella sentía cada cosa que él sentía, pero lo cierto era que no podía decirle a Evangeline lo que le ocurría.

No podía mencionar el hecho de que Adrael estaba frecuentando a un humano y mucho menos que había tenido sexo con él y que tenía sentimientos por él. Lo único que había impedido que Armand asesinara a ese pedazo de carne y eliminara por completo el problema, era el no poder soportar ser la causa de infelicidad de su ángel. No soportaría dejar a Adrael sin un pilar del cual apoyarse.

Pero el mal sabor quedaba permanente en su boca y las ganas de matarlo en sus manos. El pensar en ello solo un poco, avivó su ira, haciendo que sus ojos brillaran intensamente y una risa extraña escapara de sus labios.

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—Armand...— Se acercó a él, esa sonrisa torcida no podía engañar a lo que sentía en su corazón, emociones que no le pertenecían a ella sino a lo más profundo del alma de su hermano, ira, dolor, impotencia, rencor ¿Tristeza? Vacío... Un vacío agónico e interminable.

Sus manos sujetaron el rostro de su mellizo con sumo cariño, no tenía interés alguno en las presas que se le presentaban, no tenía ánimos de cazar —Ma vie, cada vez te acercas más al límite... Me asusta, me preocupa— Y no solo se refería a la delimitación de su territorio familiar, que era basto pero no así infinito, sino a otro tipo de fondo, uno más emocional —Parle-moi, mon âme, parle-moi—

—Eve, ma jolie princesse~! Comida. Por favor, sírvete.

Estaba tan sobrealimentado, que en cierto punto sólo asesinaba por hacerlo. Siempre, como en esa ocasión, con un par de subordinados que drenaran los cuerpos en numerosas bolsas quirúrgicas, pues la excusa era reabastecer su reserva personal. Si bien se encontraba satisfecho en cuanto a sangre ingerida, en su mirada podía notarse lo insatisfecho que el resto de su ser estaba.

—Lamento haberte quitado la emoción de cazar. Quizás llegues antes de mí a la próxima.