Cuando se acercó, no tardó en tomar su rostro entre sus manos y mirar directamente a sus ojos. Le gustaban, a veces podían ser fieros y en extremo aterradores, pero con él solían ser sumisos y llenos de cariño; algo propio de la especie de línea canina. Alguna vez había tenido en su posesión a un enorme lobo solitario del Ártico y la mirada era igual de angelical y emocionante. Por supuesto, la relación con su licántropo era muy diferente.

Llevó una mano a acariciar sus cabellos y la otra a tomar su cuello, comenzando a ejercer presión, mientras se inclinaba a besar sus labios y probar su sabor una vez más. —También te extrañé, mon petit. —Habló contra sus labios cuando dejó libre su boca, manteniendo el ahorcamiento—. Cuán paciente has sido en esperarme~